La farmacia de León, con África
Medicinas, gasas y leche en polvo parten de las oficinas de León, recorren un camino cargado de incertidumbre y llegan cada año a Bangassou, para ayudar a los más pobres
Le ón se vuelca con los más pobres del mundo. Las farmacias de la provincia envían cada año kilos de medicamentos para luchar contra el sida, leche en polvo para alimentar a los bebés huérfanos, gasas y estériles para el hospital y otras medicinas que ayuden a los habitantes de la República Centroafricana a combatir la miseria y la pobreza. El presidente del Colegio de Farmacéuticos, Antonio Carrasco, recibió la visita el misionero Juan José Aguirre, obispo de la diócesis de Bangassou, para agradecer la ayuda de León en el mantenimiento de los proyectos de hospital, centro para huérfanos, atención a personas mayores y escuelas que la fundación que dirige este misionero realiza en África desde hace treinta años. «El contenedor con los medicamentos que parten de León vive una aventura enorme hasta cruzar fronteras y 3.000 kilómetros de pista sin un solo kilómetro asfaltado», explica Aguirre.
El obispo cuestiona el modelo de gestión socioeconómica instaurado en los países desarrollados, «no podemos vivir de esta manera en la que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Los pobres no tienen más remedio que pedir a Dios para que los ricos sean más ricos y caigan más migajas en la mesa de los pobres». Por eso, se posiciona con los que estos días se lanzan a las plazas de las ciudades para pedir un cambio en el modelo de gestión económica y política, «el sistema tiene muchos fallos. Ellos se quejan de que son manipulados por los bancos y los políticos. Si esta reividicación fuera en centroáfrica habría un 5% de jóvenes en las plazas, el otro 95% estaría buscando leña, haciendo helados, intentando comprar ropa para vender... haciendo algo para vivir no se puede estar de brazos cruzados».
Pese a todo. Aguirre sostiene que hay motivos para la esperanza: «La primera es que es un pueblo consciente de que tiene una esperanza de vida de 40 años y quiere vivir. Es un pueblo consciente de su destino. La segunda es el sentir profundo que tienen de la religiosidad natural, por lo que tienen capacidad para desdramatizar y encontrar lo positivo. La tercera es el sentimiento de cariño y ternura». Aguirre relata cómo las abuelas se hacen cargo de los nietos cuando las madres mueren de sida, «las abuelas, con 50 años, son muy mayores, están muy cansadas, sin dientes, con las cervicales rotas, con problemas de reuma. Y vuelven a ser madres a los 50, aunque sea muy duro. No es difícil encontrar a familias que acojen a niños y niñas huérfanos. En los 31 años que llevo de misionero nunca he dejado de sorprenderme».
El último informe de Naciones Unidad para el Desarrollo, (PNUD) señala que de los últimos 50 países con Índice de Desarrollo más bajo, 40 son africanos. 315 millones de africanos son pobres a pesar de las riquezas del continente, «Afríca, un continente lleno de materias primas, está siendo completamente manipulado por auténticos depredadores de materias primas como son Estados Unidos, Unión Europea, China y otras potencias que se llevan el petróleo, el oro, el manganeso...para hacer ordenadores, teléfonos y misiles teledirigidos».
El sida y las mujeres . Sus retinas mantienen recuerdos imborrables, «he tenido tiempo de coleccionar momentos desagradables y agradables», asegura y sus ojos se llenan de tristeza al recordar el asalto, saqueo y violanciones de los rebeldes a los poblados, su primer encuentro con la lepra, «a nuestro centro El Buen Samaritano llegan mamás que pesan 30 kilos en fase terminal de sida, con sus hijos alrededor, es una imagen desoladora. El sida toca a mujeres con edades entre los 15 y los 30 años y deja un reguero de huérfanos que son atendidos por sus abuelas, otras familias o acogidos en el centro de la fundación. El sida se está llevando a toda una generación, es desolador llegar allí, sonreir y bendecir. Acoger todo ese volumen de sufrimiento es muy duro».
La corrupción de los gobiernos convierte a los poblados en escenarios de masacres donde las guerrillas internas acaba con la vida de los más indefensos. Pese a todo el sufrimiento asegura que «lo mejor» que ha vivido son las experiencias de contacto, «he vivido experiencias muy bonitas, sobre todo cuando me he sentido acogido y protegido. Hubo un momento en que estaban disparando y matando a personas muy cerca de mí y también disparaban contra mí. Un grupo de jóvenes me sacaron en volandas de allí para esconderme y protegerme. Sentí un profundo agradecimiento».
20.000 misioneros españoles, 500 de León, se reparten por los países del Tercer Mundo, para ayudar a las personas más po bres del planeta. La solidaridad mantiene los proyectos.