Muy personal
Ha sustituido el chorizo y las tapas por la comida vegetariana; el blanco y negro por los saris de colores y el estrés por la calma. Llegó a la India por primera vez en octubre del 2005 invitada por Manish, a quien conoció en Inglaterra, durante un «training» para periodistas que acuden a zonas de conflicto. Parte de ese primer viaje decidió hacerlo sola. Se montó en un tren y allí conoció a Miss Tak (su actual suegra), una alta funcionaria del gobierno que la invitó a su casa y le envió a su chófer para que la mostrara el desierto al amanecer. Ambas mantuvieron el contacto a través de Internet y volvieron a verse en noviembre del 2006, en el segundo viaje de Mar. Fue cuando conoció a su hijo pequeño, con el que fomentó una gran amistad internauta que generó su tercer viaje. «La India me fascinó desde el primer momento, me encantaba la forma en que viven el presente, que todo es posible, desde encontrarte a elefantes por la calle a tener que detener el coche porque cruzan vacas o camellos. Todo el mundo te sonríe, va con colores alegres, lleva flores a los dioses... Es una sensación visual muy fuerte. Ahora no sé vivir sin especias, sin té, sin adornos, sin gente y, por supuesto, sin ventilador», dice.