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LEONESES POR EL MUNDO. INDIA | MAR ROMÁN. PROFESORA DE 300 ALUMNAS

La 'princesa' india de Priaranza

Abandonó la seguridad de su trabajo en una agencia americana de noticias para Vivir con mayúsculas en la India, donde se casó, tiene un hijo y ha puesto en marcha las primeras clases de español.

La maharani Hemlata (reina de Jodphur), junto a Mar Román y su hijo pequeño.

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Pilar Infiesta | León
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Tres viajes a la India, donde se quedó prendada de las sonrisas, los colores, las especias y el caos, bastaron para que se 'desmontara' a sí misma en un tiempo récord: dos meses. En noviembre del 2007, regresó a Barajas con las retinas aún cargadas de imágenes exóticas para materializar un pensamiento nítido, sacudir su pasado, dar un giro de 180 grados y emprender una nueva etapa a miles de kilómetros de 'casa'.

Antes de subirse el 18 de enero del 2008 a otro avión rumbo a Delhi, sin billete de vuelta, logró alquilar su dúplex madrileño, vendió algunas pertenencias, dejó en orden sus papeles y se desprendió de su trabajo, no sin dolor por los fuertes vínculos que la unían a sus compañeros.

De hecho, se había dedicado en cuerpo y alma durante trece años a la agencia americana de noticias Associated Press, donde se le abría un futuro de éxitos como periodista, rodeada de los primeros espadas de la política mundial, la cultura y el deporte. Sin embargo, cerró los ojos a un buen presente, que le llevó a codearse desde Bill Clinton a Rigoberta Menchú, para ser sencillamente Mar Román en la denominada ciudad azul india, situada a las puertas del desierto del Thar. En su maleta, poca ropa, cuatro libros en español y un bolso con el título universitario y documentos por si podía trabajar en alguna organización humanitaria.

Sin embargo, su primer empleo fue adaptarse al país, a los mosquitos y al calor, según reconoce. Aprendió a conducir entre camellos, a vestir el sari, los secretos de la cocina india, algunas costumbres y muchos de los rituales que transforman cada día en algo especial. Tras una boda de las mil y una noches con 2.000 invitados y tres días de celebración, selló el compromiso con su esposo, Adi, dando siete vueltas simbólicas en torno a un fuego sagrado. Él llegó a caballo, vistiendo el atuendo tradicional hindú, y ella, de rojo, tenía parte del cuerpo adornado con henna.

Ahora viven en una granja en el centro de Jodhpur con muchas flores, vegetales y caléndulas para los dioses, lagartos gigantes y serpientes, unos reptiles que, junto a las vacas, también son sagrados. Ese mundo lleno de sorpresas disparó su vena literaria y la llevó a escribir cuentos sobre cuanto la rodeaba. Así inventó una vida para las personas que trabajaban en la casa. Su carácter inquieto la llevó, poco después, a proponer introducir como asignatura el español en el colegio femenino más prestigioso de la ciudad, Rajmata Krishna Kumari Public School, donde es profesora de 300 alumnas. Las clases constituyen todo un éxito y han sido 'bendecidas' por el Instituto Cervantes. El centro recibe fondos de los reyes de Jodhpur, el maharaná y la maharaní, quienes, además, han mostrado un alto interés en 'fichar' a esta española políglota y aventurera para su oficina de relaciones externas. El nacimiento de su hijo Mahda ha dejado en suspenso momentáneo esos planes, porque, además, «el tiempo en la India circula de otra forma, la prisa no existe», explica.

Mar procede de la pequeña localidad maragata de Priaranza de la Valduerna. Sus padres, ambos profesores, también se echaron el mundo por montera en los setenta para dar clases en Holanda, donde permanecieron 13 años. Adi fue el primer indio en llegar a Priaranza, donde todos los vecinos saben ya situar en el mapa a Jodphur, al igual que en la ciudad india se conoce León, toda una hazaña, pues Mar es una de las dos únicas europeas residentes en un entorno de dos millones de habitantes. Sobre un hipotético regreso, admite que le gustaría volver a España algún día, pero quiero que mi hijo disfrute de los dos mundos de momento, ya que ambos son interesantes. He descubierto que en cualquier lugar del planeta la vida no es fácil, si me hubiera quedado en Madrid, con la crisis tendría que haber superado ciertas barreras, al igual que en la India debo adaptarme a su cultura».

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