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Publicado por
carlos carnicero
León

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Llegan rumores de que Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo de campaña que encabeza Elena Valenciano están diseñando una estrategia de acercamiento a los indignados que están presentes en el movimiento del 15-M y el 19-J. El momento cumbre de esa estrategia sería la celebración de la Conferencia Política en donde el PSOE formalizaría públicamente la candidatura a la presidencia del Gobierno de Alfredo Pérez Rubalcaba.

No hay noticias concretas de programa que podría servir de nexo de unión entre el PSOE y los movimientos populares. Pero cualquier aproximación con posibilidades de algún éxito significaría un giro copernicano en la política del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Los indignados quieren una evolución de la democracia representativa que termine con la desconexión entre los ciudadanos, los partidos y las instituciones. Quieren el ejercicio de derechos de ciudadanía que incluya la democracia económica, lo que significaría inevitablemente una nueva política fiscal retributiva; acabar con los privilegios de los bancos. Garantizar el derecho a una vivienda digna y recuperar el terreno perdido en el estado del bienestar. Finalizar con las obscenas diferencias salariales.

La síntesis de lo que pretenden los movimientos que están presentes en las calles de España es un compendio de sentido común con el que están de acuerdo casi el ochenta por ciento de los españoles, incluidos muchos votantes del Partido Popular, según rezan las encuestas.

El problema es que todo lo que piden está en contra del pacto por el Euro, de los compromisos contraídos por el gobierno del PSOE con la Unión Europea y con las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Nadie duda de la inteligencia de Pérez Rubalcaba, capaz, incluso, de escenificar su independencia de los consejos de Felipe González, pero el milagro de la alquimia de ofrecer algo que tenga credibilidad en una ciudadanía incrédula parece ahora mismo imposible.