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Diario de una aventura

El sueño de un alpinista

No hay sendas, ni hitos, ni vestigios de que nadie haya estado aquí, todas estas montañas son vírgenes para nosotros y son de una belleza increíble

Dos mujeres tejen en un campamento nómada.

Publicado por
León

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Así ha descrito Jesús el lugar en el que se encuentran ahora mismo: en plena cordillera del Korzok, en lo más remoto del Chang Tang indio, en un «paraíso de cumbres de seis mil metros». Llevan varios días sin cobertura de satélite (en toda la India) y no habíamos vuelto a saber de ellos; así que en su inesperada llamada de hoy nos ha dado un montón de información de todo lo que les ha pasado en las últimas jornadas: no sólo continúan su increíble periplo por lo más desconocido de la Korzok, sino que mañana salen hacia la cima de un espectacular seismil virgen. Tras salir de la zona del lago Tsokar, donde habían tenido un extraordinario encuentro con nómadas tibetanos y chantaníes, el equipo de Desafío Extremo puso rumbo sureste, hacia la parte más hostil del Chang Tang. «Sabíamos que a partir de ahí no nos íbamos a encontrar prácticamente a nadie, ni poblados, ni nómadas, porque la altura de los collados es demasiado elevada -”5.500 metros-”, y hay mucha nieve como para pasarlos con el ganado; es demasiado complejo, por eso no van hasta bien entrado el verano», nos contaba Jesús.

De hecho, un pequeño campamento de nómadas chantaníes «de una austeridad que nos dejó realmente impactados» que vieron al poco de salir de Tsokar han sido los únicos seres humanos con los que se han cruzado desde entonces. Una vez metidos de lleno en esa zona oscura de los mapas en los que ni valles, ni ríos, ni picos están nombrados ni referenciados, entraban en terreno absolutamente desconocido, y con un montón de posibilidades. «Habíamos apostado por uno de los valles que habíamos intuido en un mapa, y después de una jornada larguísima, agotadora, a mucha altura, lo hemos encontrado, y hemos descubierto unas montañas increíbles», contaba un Jesús totalmente emocionado con el descubrimiento que han hecho, y no parece que sea para menos porque «delante de nosotros tenemos una enorme pirámide blanca, de hielo y nieve, con un glaciar gigantesco y un lago helado... parece el K2, en pequeño. Es pura magia, estamos todos alucinados. Es como el sueño de cualquier alpinista, un lugar al que no ha llegado nadie,  no hay sendas, ni hitos, ni vestigios de que nadie haya estado aquí, todas estas montañas son vírgenes para nosotros, y son de una belleza increíble».

Han montado el campo base a los pies de la pirámide y un campo de altura a 5.800 metros, en un emplazamiento que encontraron ayer en una primera exploración de la montaña. «Subimos Emilio y yo por puntos diferentes buscando un buen lugar para montar las tiendas del campo de altura, llegué hasta 5.900 y al descender unos cien metros vi una atalaya inmejorable para montar el campamento: una montaña satélite de punta plana, con el hueco justo, y delante, la pirámide de hielo, nuestro principal objetivo». Nos cuenta que es un objetivo difícil, con mucho hielo y muy vertical, que no saben si lo van a poder conseguir, pero que lo van a dar todo por intentarlo. Han equipado el campo de altura, donde están ya aclimatando y donde dormirán, para salir hacia la cima del pico. Se plantean diferentes rutas para llegar hasta ella, incluso escalar un primer seismil que da acceso a la gran mole del -˜pequeño K2-™, por el que, desde luego, van a pelear duramente. Se despidió subido a ese increíble balcón bajo el que se extiende el Tibet y un mar de seismiles vírgenes a sus pies. Si todo va bien, mañana se bajan con dos seismiles en el bolsillo.