Diario de León

Diario de una aventura

Entrenando a El Neng

Apenas tenemos información de la zona de escalada, ni de si está equipada convenientemente o no, ni de los itinerarios que tendremos que explorar

Calleja, con Edu Soto, ante las planicies de Mongolia.

Calleja, con Edu Soto, ante las planicies de Mongolia.

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León

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Hola amigos: desde la última vez que os escribí hemos recorrido cientos y cientos de kilómetros. Alcanzamos por el fin el desierto de Gobi tras una paliza soberana desde Ulan Bator montados en nuestras queridas furgonetas rusas que nos llevan como pueden a través de esta inmensidad árida del sur de Mongolia. Es alucinante recorrer estas planicies infinitas durante horas y horas ¡y no encontrarte un alma! Una vez dejamos atrás los últimos pueblos, hemos constatado el promedio que poseen aquí: menos de dos habitantes por kilómetros cuadrado (Mongolia es el estado soberano con menor densidad de población en el Planeta)... ¡y tampoco llevamos mala media nosotros con las penurias mecánicas! Durante el trayecto hemos roto la caja de cambios dos veces, los sistemas eléctricos, la carburación... ¡no ha faltado nada por romperse! Afortunadamente hemos podido ir arreglándolos.. hasta ahora, que se ha vuelto a romper.

Hemos ido acampando según avanzábamos hacia Gobi, montando las tiendas donde parábamos, en mitad de la nada, porque aquí no hay un solo metro de asfalto, todo son pistas que atraviesan las enormes estepas mongolas. La verdad que todos, Kike, Emilio, Edu y yo mismo estamos disfrutando muchísimo de recorrer un lugar tan despoblado donde los únicos habitantes que te puedes llegar a encontrar son los nómadas (¡cada cientos de kilómetros, claro!) que aquí crían caballos o camellos, con los que te puedes adentrar en el desierto de Gobi. ¡Es muy emocionante cruzarte con los únicos que pueblan estas tierras!

Y bueno, amigos, cuando por fin hemos alcanzado nuestro objetivo, el desierto, hemos vuelto a alucinar: Gobi no es el típico desierto de mar de dunas, es muy variado, con tipos de suelos y relieves diferentes, desde planicies interminables hasta estrechos valles; pero sí cuenta con enormes dunas de arena. Y nosotros las hemos encontrado, unas enormes dunas gigantescas, que nos han dejado boquiabiertos!

No podíamos dejar pasar la ocasión para comenzar con el entrenamiento intensivo de Edu, al que le hemos hecho subir a su cima bajo un sol de justicia y a unos 40 graditos de nada... también hemos subido a montañas de 2.500 metros de una cordillera cercana, siempre buscando el máximo desnivel y haciéndole pruebas de escalada en condiciones complicadas, preparándole un poco para el desafío final, la escalada de paredes de granito.

Os confieso que estamos un poco intranquilos con esto, sobre todo por motivos de seguridad, porque apenas tenemos información de la zona de escalada, ni de si está equipada convenientemente o no, ni de los itinerarios, que tendremos que explorar..., sólo sabemos a ciencia cierta que es uno de los focos principales de escalada de Mongolia, que es muy atractivo ¡y que registra muy, muy pocos visitantes! Y en cuanto a Edu, pues se va a estrenar en granito que no es precisamente la escalada más sencilla...

¡Bueno, ya nos enfrentaremos al problema cuando lo tengamos delante...! De momento nos quedamos con la travesía que hemos hecho en camello por el desierto, y con los amables nómadas que nos hemos encontrado, gentes super hospitalarias que nos han abierto sus casas (sus ger ) a la mínima. Esta gente no deja de asombrarnos, ni sus costumbres ni su modo de vida. Ahora mismo os escribo desde mitad de la nada, todavía en el desierto de Gobi, detenidos aquí porque estamos de nuevo con la furgoneta totalmente averiada.

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