Diario de León

CORNADA DE LOBO

Templario tarado

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

Creado:

Actualizado:

N o hay forma de protegerse del tonto ni del paranoico. ¿Cómo prever o impedir que un respetable ciudadano convierta un fertilizante para dar vida en una bomba para quitarla?... Es lo mismo que preguntar quién puede suponer que un vecino normal o incluso afable se transforme un día en un demenciado que masacre a media familia.

Europa y medio mundo no salen de su asombro y de su espanto con los sucesos de esa isla noruega donde un innombrable «templario» tarado se embriagó de fama y de sangre con una serenidad diabólica, dueño él de todo aquel que se le pusiera por delante, perfecto sabedor que estaba segando vidas ya enderezadas, prometedores jóvenes militantes socialdemócratas, futuros representantes del pueblo en ayuntamientos, cámaras o cargos. No es casualidad que empezara su brutal carnicería matando en primer lugar a la joven que él consideró más guapa. Después, uno a uno les iba ejecutando y rematando. No buscaba un golpe de efecto, le inspiraba el exterminio.

Tuvo que sentirse Dios en el Día del Juicio o, al menos, su enviado, un verdadero apóstol, el que profetiza que en el año 2083 Europa y la civilización cristiana habrán hecho morder el polvo al Islam. Ese tipo está encantadísimo de conocerse. Y de tener a medio munco hablando de él durante un tiempo largo; los ecos de su campanada tardarán décadas en ahogarse. Sabía, y ya lo disfruta, que su nombre señalaría un hito y se hará un mito para muchos miles de tarados que en su paranoia o en su videojuego sueñan también con ser templarios justicieros desmochando moros o emigrantes.

Es curioso: días atrás, otros tipos como ese noruego siniestro mataron a cantidades parecidas y ni siquiera salió en la prensa su nombre. Sus atentados no han sido menos bestias, pero son tragedias lejanas y rutinarias, Pakistán, Afganistán, India... Se dirá que no son la misma cosa. Pregúntenselo a los muertos. El extremista noruego no fue a matar sarracenos a Kahbul, sino a los suyos, en casa. Los talibanes no van a Oslo a matar templarios, sino que ejecutan a otros musulmanes en mezquitas o mercados. En ambos casos, a quien primero odian es a los suyos.

tracking