Rarezas «de color»

Es tenida por una raza superior, deportivamente hablando. Ser negro en atletismo o ciertos deportes confiere ventajas (el baloncesto es un buque escuela de color ). El diseño anatómico de esta raza la hace privilegiada para la práctica de muchas modalidades deportivas. Sin embargo, pregunta Sócrates cuántos esquiadores negros conoces, ¿eh?... ¿y nadadores de élite?... ya no digo figuras de la esgrima, hípica, polo, hockey o vela, porque han sido generalmente coto de clase e invento blanco... ni citaré a los ajedrecistas, porque lo suyo no es deporte y porque en el arte del jaque mate poco importan la altura, el músculo, el color de la piel o una cara de acelga (aunque verás que tampoco se ven muchos negros en las cumbres del ajedrez).

También el golf nació clasista y blanco, pero ahí está Tiger Woods, aunque más bien solo, ¿no hay más?

Otro tanto en el tenis: tardaron los negros en subirse al raquetazo, pero ya son una buena escuadra los que ostentan palmarés, aun siendo escasos.

Sin embargo, lo realmente paradójico es que no haya señalados ciclistas negros (o asiáticos), ni se vean en el Tour, Vuelta o Giro, cuando este deporte pide sólo una bici y precisamente en bicicleta andan y se buscan la vida la mitad de los africanos (los filipinos, más), aunque ahí están los etíopes que todavía no alcanzaron el lujo de tener pedales y han de hacer los recados y viajes corriendo que se las pelan, razón por la que salen de ese país tantísimos campeones de fondo y maratón.

A pesar de la eficaz mezcla de razas y culturas en países prósperos, mucha gente de color seguirá teniendo metas inalcanzables, círculos improbables y sueños prohibidos. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo habrá de pasar hasta verse un lehendakari negro? (los catalanes, al menos, ya eligieron una vez a un charnego, que para la mujer de Pujol, la Ferrusola, casi es peor que un marfileño).

Pero lo que siempre será una insólita rareza será un negro haciendo el Camino de Santiago, como hace días. Me lo contaba muy asombrado Jose Luis, la llave del Diario . Es la primera vez que veo uno, me dijo. Y tiene razones para asombrarse, porque lleva décadas viviendo, viendo y trabajando al pie mismo de esta noria jacobea. Curioso.