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Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Ya te he contado con «pasión de dueño» algunas historias de mi jilguero, que es el pájaro más guapo de toda la avifauna cazurra y no me lo discutas... historias como que duerme a estilo murciélago colgándose del techo de la jaula, algo insólito según mis biólogos de cabecera... que aprendió frases de los gorriones que son sus habituales vecinos... que tiene cinco amigos jilgueros bravos que alguna vez vinieron a visitarle... que sabe distinguir entre lechugas, pues le chifla la del país y le repugna la del súper... en fin, te conté además que un jilguero silvestre puede vivir dos o tres años en libertad, pero el que está cautivo en jaula vive siete y hasta diez, una lotería de vida regalada... por eso deduzco que el mío debe estar en sus postrimerías (cinco años me lleva trinando, más los dos que me trajo puestos) y de alguna forma delata ya su vejez con la economía de esfuerzos propia del jubileta: menos acrobacias, «paseos» los justos, menos revuelos, menos charla, menos pluma en el cogote y más sentadas en el palitroque mirando a ninguna parte o sesteando... duerme poco, come a sus horas y, al verte, da los buenos días cortesmente... muy jubileta él.

Pero no me perdonaría que se me muriera entre rejas sin volver a coser en libertad el aire de los jardines o de los cuestos con cardos tal y como vino a este mundo, así que se ha ganado todo su derecho al garbeo o al adiós... le abriré la puerta de la jaula... ¿se irá?... seguramente... abur, amigo mío... abur, Demóstenes Rolán de la Valdoncina (le pusimos este nombre ridículo y ceremonioso para que se sintiera como un cautivo importante)... pero dejaré la jaula abierta en el balcón por si prefiere volver faltándole el alpiste o por si se aterra con lo que vea por ahí en esta otoñada que viene con nervios en el rabo, apretones en el culo y delirios electorales... es probable.

Le haremos una entrañable despedida, así que sacaremos de la lámpara al genio de Amancio Prada para que le anime cantando su Libre te quiero , esa letra total de García Calvo que el berciano mece valseándola con violoncello, un acordéon y su guitarra... «libre te quiero como el arroyo que brinca de peña en peña»... pero no mío, jilguerillo, ni nuestro, ni tuyo siquiera...

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