Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Un alcalde tiene que ser un tipo duro, con sentido común, preferiblemente honrado —virtud ésta que se le supone como a un servidor el valor en la mili— y con eso basta. No le hacen falta mayores estudios ni saberes, como bien dice la copla maña: «El alcalde de mi pueblo/muy bruto tiene que ser/para mandar en nosotros/que semos más brutos que él». Dicho esto lo normal es encontrarse con alcaldes marrulleros, descerebrados o lunáticos y sobre cuya bonhomía contable y urbanística el difunto Gil y Gil no apostaría un euro, seguramente por experiencia.

En vez de duros casi todos son unos chulos. La excepción a tener en cuenta es el nuevo regidor de Cacabelos, Adolfo Canedo, que al tomar posesión del cargo se topó con una deuda municipal que ni la de los agelcos sin poder pagar las nóminas de julio y agosto. El pobre hombre lo explicó como pudo en una rueda de prensa, tan visiblemente emocionado que lloraba, y mostrando un boleto de cincuenta euros a la primitiva pagado de su bolsillo para, si tocaba, sacar de apuros al ayuntamiento porque había un bote de casi ciento cincuenta millones en juego. Luego lo depositó en secretaría y mandó fotocopias a los periódicos. Estas cosas no las había visto yo en treinta y cinco años de profesión, que oscilaron entre el «te vas a enterar de mí, cabrito», por su parte, y el desacato, por la mía. A estas alturas debo decir que las declaraciones de Canedo fueron impropias de un alcalde, pero dicen mucho de él como buena persona.

En su rescate ha acudido presta la presidenta de la Diputación, señora Carrasco —esa sí que tiene vara de mando, macho— anticipándole una transfusión de cien mil y algo eurines a cuenta del IBI, los cuales le darán malamente para pagar las nóminas de este mes, mientras Canedo suda en recortar el recibo del alumbrado público y los gastos de tal o cual museo o escuela municipal de deportes (que se apunten los de Cacabelos al Musac o al Betis, manque pierdan).

Tiene que haber en la provincia, y no digamos en España, docenas y hasta millares de Canedos dolientes y abrumados por la que les ha caído encima nada más sentarse en el sillón. Lo que pasa es que unos tienen las espaldas más anchas que otros. Míre usted a los ojos del alcalde de su pueblo y obserbe si tiene algún tic: en caso afirmativo es uno del PP y, si no se inmuta, uno de los pocos del PSOE que ha sobrevivido.

El saqueo a que han sido sometidas las arcas públicas del país durante las dos últimas décadas —no sólo con Zapatero— entre municipios grandes o pequeños y autonomías, el Gobierno también, menos cuando Aznar, deja al caballo de Atila como al ruin rucio de Sancho Panza. Y todavía hay algunos que no espabilan como aquí mismo en León capital, donde el recién alcalde Emilio Gutiérrez sigue pidiendo una pasta gansa para construír un palacio de congresos en la viejina azucarera Santa Elvira, allende el Crucero, y, ya de paso, trescientos millones de euros —cincuenta mil millones de las desaparecidas pesetas, oiga— para soterrar el AVE. Por cierto, macroaeropuerto o AVE, elija usted, pero ambas cosas son una pasada.

Le deseo de todo corazón al de Cacabelos que la próxima semana tenga mejor fortuna en la bonoloto, aunque yo no apostaría a medias con él. Sí lo haría, en cambio, por reducir la plantilla de funcionarios y contratados, algunos de los cuales serán casi seguro también de su partido, cada uno a lo suyo, que probablemente ha crecido de forma exponencial y abrumadora durante los tres o cuatro mandatos que le han precedido. Quitas de acá una cuñada, de acullá a un compañero y allá al fondo a un sindicalista y te quedan justo el secretario y el alguacil, ahora ascendido a policía local, lo bastante siempre que no sean corruptos ninguno de los dos. Con un censo de cinco mil habitantes y sabiendo quién es quién con nombres y apellidos digo yo que no será tan difícil en Cacabelos, vamos anda.

Bueno, pues si en Cacabelos sueltan lágrimas por estas ruindades del déficit no le arriendo yo la ganancia a Rajoy cuando llegue a La Moncloa entre lo de Grecia, Irlanda, Portugal y la deuda «patriótica» catalana. Canedo va a tener que apostar y hasta jugarse las pestañas por el jefe de su partido. Y luego ya veremos con lo de Valencia o el colega a lo grande pepijo cantamañanas del ayuntamiento de Madrid.

Yo, por mi parte, estoy buscando ofertas en los chinos como Berlusconi para mandarles un cargamento de clinex a Madrid o al Bierzo.

Son de los míos, pero me contagian más depresión que la jeta de Alfredo Pérez Rubalcaba.

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