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Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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A lmanaque Bailly-Bailliere, edición de 1906, buen tomo y gordo lomo, trae de todo, historias, consejos, efemérides, curiosidades, recetas, chascarrillos... y una simpática fábula que no me privo en traer a cuento (son las últimas voluntades de un viejo chinchador que quiso meter coña envenenada en el texto de su legado eludiendo todo signo de puntuación, de manera que más que un testamento, logró que fuera un testamiento ).

Decía la manda: « Dejo todos mis bienes a mi sobrino Juan no a mi sobrino Pedro nunca jamás pagarse la cuenta al sastre nada para los jesuítas todo lo dicho es mi deseo ».

Pleito a la vista. Y largo.

Véase la lectura que hizo Juan: «Dejo todos mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi sobrino Pedro. Nunca jamás pagarse la cuenta al sastre. Nada para los jesuítas. Todo lo dicho es mi deseo».

La de Pedro interroga: ¿Dejo todos mis bienes a mi sobrino Juan? No, a mi sobrino Pedro. Nunca jamás pagarse la cuenta al sastre. Nada para los jesuítas. Todo lo dicho es mi deseo».

La del sastre: «¿Dejo todos mis bienes a mi sobrino Juan? No ¿A mi sobrino Pedro? Nunca jamás. Pagarse la cuenta al sastre. Nada para los jesuítas. Todo lo dicho es mi deseo».

Y la de los jesuítas: «¿Dejo todos mis bienes a mi sobrino Juan? No ¿A mi sobrino Pedro? Nunca. Jamás pagarse la cuenta al sastre, nada. Para los jesuítas todo. Lo dicho es mi deseo».

Por acercar a este tiempo esta malicia, pensó un amigo mío al devolverme el almanaque que el testamento político de Zapatero podría redactarlo de igual modo cambiando a Juan, Pedro, el sastre y los jesuítas por Bono, Rubalcaba, el apuntador y los guerristas.

¿Y si fuera el testamento de Camps, que tiene algo de curina garduña?, porque lo de su sastre está todavía pendiente... y los jesuítas le votan.

Pongamos que es Paco Poco testando en sus dimisiones y metiendo en la herencia al Ibán, al Martínez, al veterinario y a la Orden de los Apañadores.

Pero sería mucho más divertirdo verlo en el testamento de David Álvarez Vegasicilia tras la guerra despiadada de sus hijos (a lo peor le estamos dando una magnífica idea, aunque en este caso la tajada no sería para los jesuítas).

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