Diario de León

LEONESES POR EL MUNDO. CUBA | josé maría fernández guerra. ingeniero químico

«Aquí no hay días normales»

La Habana le acogió en abril de este año con los brazos abiertos. Llegó allí, de forma temporal, por trabajo y ahora reconoce sentirse muy bien en la isla donde reina la alegría.

José María Fernández Guerra disfruta de un habano.

José María Fernández Guerra disfruta de un habano.

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Ana Gil | León
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Llegó a Cuba hace siete meses con el objetivo de encargarse de las obras de construcción de un laboratorio farmacéutico de producción de sueros y productos hemoderivados para el grupo empresarial Quimefa. Era todo un desafío pero, al menos de momento, le ha salido bien.

José María Fernández Guerra reconoce sentirse muy a gusto en La Habana. «Aquí no hay días normales y corrientes. Cada día pasa algo diferente y nunca dejo de sorprenderme. En estos meses he acumulado más anécdotas que en el resto de mi vida», asegura.

Su novia —también española, «maravillosa y con una paciencia increíble»— y su pasión por lo que hace, «unido a la cantidad de las cosas buenas que se pueden disfrutar en La Habana y a la comunidad de españoles» que, como él, hacen su vida en la capital de la isla caribeña facilitaron mucho su integración. Y eso que el cambio fue brusco. José María llegaba a La Habana tras cerrar su último proyecto profesional en Serbia, donde permaneció dos años, previa escala en Sao Paulo. «Pasé de los -21º de Serbia a los 30 de La Habana, del rakjia —un licor típico de los Balcanes— al ron», cuenta divertido.

Tiene previsto pasar en La Habana casi dos años más, que es la duración estimada del proyecto de su empresa, la española Telstar Projects, dedicada al diseño, instalación y puesta en marcha de salas blancas y otros sistemas para la industria farmacéutica, química y alimentaria. A ella le hizo el encargo Quimefa.

Su nuevo emplazamiento le ha aportado mucho en el plano laboral. Pero también en el personal. «Trabajar aquí es una experiencia vital que equivale a muchos años de trabajo en cualquier otro lugar del mundo. Uno de los muchos lemas de los cubanos es ‘Cuba, donde conviven pasado y presente’. «Eso, aplicado a un proyecto farmacéutico, con una tecnología de última generación en la que el montaje debe ser milimétrico, se convierte en la pelea del día a día en la obra».

Su jornada empieza pronto, a las 6.30 horas, y acaba a eso de las siete de la tarde. Cuando termina el trabajo, empieza a vivir de verdad esa alegría contagiosa de los cubanos. «En Cuba hay una comunidad española maravillosa, muy unida, y siempre hacemos planes para cenar, jugar al mus, hacer deporte o tomar una copa», señala.

Lo que más le gusta de La Habana es que «es un sitio precioso, lleno de vida y alegría, en el que la vida es muy tranquila y segura y donde los vecinos se saludan. Además, tiene unos paisajes impresionantes, tan pronto puedes estar tomando unos mojitos al lado del mar, que viendo una puesta de sol en un marco incomparable», explica.

Sin embargo, las enormes diferencias que se han creado entre unos y otros es lo que más le disgusta de esta nueva vida. «Cuando eres extranjero tienes una moneda distinta a la que usan los cubanos, conduces coches con matrículas de otro color y los precios son diferentes hasta en el cine».

Los cubanos tienen fama de afables, de gente de buen trato. Él apoya esta tesis. «Dicen que son como los delfines, que tienen el agua al cuello y están riendo. En general, son cariñosos y entusiastas».

Y es que, pese a las dificultades del pueblo cubano, siempre llevan una sonrisa en la cara. Y no sólo eso. «Tienen una imaginación y una habilidad tremenda para ganarse la vida de la forma más insospechada». Pero también tienen su lado ‘malo’: «Son demasiado conformistas para algunas cosas».

Hasta La Habana llegó «como expatriado», según reconoce él mismo. «Puedo decir que escapé de la crisis de milagro, ya que cuando salí a trabajar fuera ya se empezaba a hablar de ‘desaceleración económica’, aunque por aquel entonces la palabra crisis era tabú», narra al tiempo que asegura que «le he cogido el gusto a esto de ser expatriado». Todavía le quedan varios meses en la isla caribeña, pero desconoce cual será su próximo destino fuera de casa.

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