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LEONESES POR EL MUNDO | ARGENTINA

«Viven sin trabajo, de lo que les dan»

Constantino Álvarez. . jubilado y ex gerente. de empresa. En 1949, época difícil en España, emigró a Mar del Plata para pasar el resto de sus días. Aunque ha vuelto cinco veces a la Península y ha viajado por gran parte del mundo, hoy su sitio está en Argentina.

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sonia vidal | león
León

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Constantino Álvarez Fernández padece desde hace años una enfermedad que le dejó secuelas neurológicas y le alejó de su trabajo y de la vida que conocía hasta el momento. «Ya no puedo valerme por mí mismo», comenta, pero siempre con un haz de optimismo que asombra a sus 82 años.

Sabe que ahora ya no es lo que era, pero se queda con lo recorrido y lo vivido, que no es poco. Y es que este leonés de nacimiento ha trabajado como gerente en varias grandes empresas argentinas durante casi 40 años y ha viajado por buena parte del mundo —desde Europa a Estados Unidos o Cuba—.

Fue, sin embargo, en 1949, cuando Constantino, natural de Cuevas de Viñayo —un pequeño pueblo a los pies de la montaña— tuvo que trasladar su vida a Argentina. En aquel momento él tenía 20 años y en España se vivía una dictadura. «Eran momentos muy difíciles. Todos teníamos libretas de razonamiento con lo que teníamos que vivir, nos llegara o no. Al menos, mi familia se dedicaba a la ganadería y a la agricultura y salíamos adelante». Pero nuestro leonés afirma que no era una vida deseada y aspiraba a algo más por lo que decidió trasladarse a Argentina, más concretamente a Mar del Plata, donde vivían unos tíos suyos. «Pude continuar mis estudios y lograr un cargo importante en una empresa de aquí. Me casé y tuve dos hijas», relata Constantino.

Echar raíces al otro lado del Atlántico le resultó inevitable y desde entonces ha pasado toda su vida allí. «El cambio fue absoluto. Llegué de la miseria a un mundo de abundancia y me llamó mucho la atención el caso del pan, un alimento tan deseado y falto en España y aquí todo lo que sobraba se quemaba al día siguiente. Ver estas desigualdades me ponía muy triste», recuerda nuestro leonés.

¿Y hoy, cómo es la vida allí? «Argentina es un país agrícola y ganadero inmenso, con una gran capacidad productiva con la que podría vivir casi cinco veces la población que hoy tiene el país, pero la corrupción ha hecho mucho daño —comenta apesadumbrado—. También hay pobreza, pero es que mucha gente no quiere trabajar porque se ha acostumbrado a vivir de lo que le dan —ayudas del Gobierno— y no de lo que produce, y eso supone un grave problema. Han creado una población de vagos». «Si no hubiese corrupción este país se podría levantar sin problema», sentencia.

Y al recordar España a Constantino le vuelve la preocupación: «no entiendo cómo se ha llegado a esta situación». Dice estar aún unido a su tierra y seguir todos los días el canal nacional para conocer la actualidad. «En el año 75 volví por primera vez a León —25 años después de haber emigrado a Argentina— y el cambio fue como ver la noche y el día de un país», en el que tiene tres hermanos, sobrinos y nietos.

Buenas razones para regresar, como hizo en otras cuantas ocasiones, en las que no sólo visitó su tierra sino que viajó por buena parte de la geografía peninsular, así como por Europa. Pero cuando se le pregunta por lo que más le gusta del país latino no duda en afirmar que «Mar del Plata es una de las mejores ciudades del mundo que he visto; es linda, balnearia y con una costa de decenas de kilómetros». Asegura que hoy no la cambiaría por ninguna otra parte, y eso que cuando llegó, allá en el 49, «fue tan grande el cambio y tanto lo que extrañaba de España que, si hubiese podido, me habría vuelto el primer año». «La convivencia con la gente es muy diferente, es otro tipo de idiosincrasia la que reina entre los argentinos, pero uno acaba acostumbrándose y cosechando amigos, como me ocurrió a mí», confiesa Constantino.

La vida de este leonés ha estado repleta de viajes, cambios de vida y costumbres, de gentes. Ahora «ya no puedo hacer nada sin la ayuda de mi mujer», comenta. Pero sabe, y eso se le nota en su optimismo, que, a cada momento, supo aprovechar todo aquello que tuvo a su alcance.