CORNADA DE LOBO
Esa metáfora
Decía ayer el Wall Street Journal que el inexplicable naufragio del crucero Costa Concordia era una metáfora clara del hundimiento de la Europa del euro... dando ideas, muy agudos, qué cabrones, como si nos dijeran a todos los europeos «a eso conduce el dolce far niente, el gigantismo, el despilfarro y el tocarse las bolas».
Moralejas y parábolas con ese mastodonte encallado en la costa toscana las saca cualquiera, como las sacaron del Titanic todos los predicadores del mundo entero mojando el sermón en furias divinas: los alardes de soberbia y escupir al cielo se pagan muy caros. (vale, Dios confundirá al altanero, aunque será a uno o dos, como mucho y en plan escarmiento, porque ahí se ve al resto tan pichi o con estatua).
El que quiera ver profecías también tiene material. Dos datos inquietantes para el crédulo o fantasioso: ese paquebote de lujo, ese mismo y no otro, fue elegido recientemente para unos desfiles y sesiones de fotos con moda ideada para conmemorar el centenario del hundimiento del Titanic impregnando aquellas cubiertas con esta inoportuna evocación... y también en ese crucero viajaba una señora que era sobrina de uno que murió precisamente en el Titanic ... así que «titaneando» ese barcazo era lógico que el destino le buscara un iceberg de roca pura que le abrió en los bajos una llaga fatal, un costurón de setenta metros para que entrara el mar a la fiesta y se tumbara la excursión.
La vil cobardía del capitán Schettino y la bronca que le echa el comandante De Falco desde la capitanía del puerto (« le puedo meter en un verdadero lío; ¡vuelva a bordo, cojones! »), ¿son las dos caras de una realidad y un tiempo que se descomponen en medio de la oscuridad y de un «sálvese quien pueda»?...
El Wall Street Journal podrá jugar a ver metáforas en ese gigante encallado, pero cuando hablan los de la agencia de rating Moody’s («del modoso») tiembla el misterio si aseguran que España, Portugal, Italia y Grecia entrarán este año en recesión... tiembla... porque una recesión puede tener también su parábola náutica: «remar, remar, para morir en la orilla».
El capitán cobarde de nuestro accidentado crucero por el euro, ¿tendrá nombre algún día?... ¿y habrá un Di Falco?