Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Hay barbas del vecino que están pelando. Ponga las suyas a remojo quien aquí lo entienda: la famosa «Caja Mágica» de Madrid, emblema y delirio de vacas gordas, ha resultado ser un fiasco que no aguanta el gasto, así que la federación de Tenis se ha pirado de allí dejando al untamiento de Madrid sin novia y con furaco en busca de a quién encalomar el muerto o el ataúd, porque algo de sarcófago metálico sí que tiene esa arquitectura «de autor» y alarde del francés Perrault. Casualidad: es el mismo arquitecto que trajeron aquí con rendevús para hacernos un Palacio de Congresos que, aupado sobre los restos de un viejo azucarero que endulzó antaño nuestra raquítica industria, no es difícil que acabe sabiendo a hiel cuando hayan de afrontarse gastos, costes revisados, mantenimientos, plantillas cargos y montajes que serán necesarios para rellenar el vacío y lograr que suene o parezca útil y necesario (finalmente, con ese cáliz brindaremos).

En fin, cuando se adjudicó esa magna obra y su escandaloso presupuesto a este famoso arquitecto francés, inquietó el tamaño acristalado de su obrón y, particularmente, su apellido, Perrault, idéntico al del famoso cuentista francés del siglo XVII, autor, entre otros, de Caperucita roja o El Gato con botas ... ¡cuentos!... En tiempos de bonanza y cachondeo son solicitados para alentar la fantasía social. Venga cuentos. Ese del lobo tragón (la voracidad) y ese otro de las botas de siete leguas (la velocidad) fueron la mejor seña y valor de estos últimos años perdidos en la opulencia falsa y el tópalante . Después, de golpe, la crisis plantó un muro en la autopista y el morrazo ha sido morrocotudo. Más de dos se están dejando todos los dientes en el volante (y seis millones dentro de seis meses).

Nuestra «caja mágica»no es de chapa como la de Madrid, sino de cristal, que casca mejor. Cuando concluya, si concluye, Perrault habrá cogido su santa tela y se esfumará dejándonos aquí su genialidad y hablando mal de León.

Dice Sócrates que le recuerda al pícaro rapaz aquel que le dijo a una moza bailando: ¿quieres que hagamos magia?... ¿y qué es magia?, preguntó ella tan ingenua... y dijo: pues muy fácil, voy yo, te echo unos polvos... ¡¡y desaparezco!!

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