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Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Declaro desde aquí que hoy barreré descaradamente para casa, la casa de la sangre, por un lado, y la del viejo solar leonés, por derecho, pues no me privaré de comentar al lector una maravilla recién editada de la que es autor uno de mis hermanos y en la que se hace brotar en cada párrafo una amena catarata de voces y palabrarios antiguos preñados de leonesismos de hermosa resonancia. Es un trabajo instructivo y entretenido se mire por donde se mire.

En este caso el libro no es de Andrés, como es norma, sino de Jose María y presenta por ello algún aspecto inédito, como el hecho de que esta vez no escribe de lo suyo (se limita a obra religiosa), que es fraile de prieta biografía y ocupaciones, que enhebró este genial mosaico de palabras a ratos perdidos y con el primor de un copista miniador... y que jamás hubiera dado este trabajo a imprenta por razones de modestia que nadie entiende (da igual que le riña), así que se lo editamos a traición con la complicidad editorial del «Lobo Sapiens»; no se lo dijimos al autor hasta perpetrado el delito.

Su titula «Igual que cerezas», aunque originalmente se llamó El desván de las palabras (ahora es subtítulo) por coincidir con uno que a su vez estaba escribiendo Andrés por entonces, 2004, El arca de las palabras . Lo curioso es que ninguno de los dos tuvo noticia del trabajo del otro. Curioso. Son de índole distinta, pero los dos se hacen dueños de la mesita de noche. Créeme, dos páginas de estos libros antes de dormir pueblan los sueños de voces de esplendor antiguo y ahuyentan las pesadillas que alimentan los telediarios.

Fray Jose María ha exorcizado un carrao de palabras de su olvido o cuneta y vuelve a hacerlas bailar en la memoria. Quienes la tengan. quienes quieran sentir latidos del viejo hablar de esta tierra o quienes busquen revivir ecos muertos de estantería, verán que hay en este libro hallazgos, maravillas ignoradas o sendas tupidas de evocaciones que hacen cosquillas en el recuerdo.

Pero he de advertir que este libro exigirá una segunda lectura que pedirá a su vez una tercera, porque acabará pensando el lector que no está bien dejar muda tanta riqueza, tanta voz.

Ahora, cerezas. Son de leer.