Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Es una vieja y buena tradición que los pueblos honren a sus prohombres dedicándoles una calle cuando fallecen o se retiran. Lo primero no es el caso de Zapatero, gracias a Dios, de nada, pero por si acaso también se incumpliera lo segundo servidor es de los que apoyan incondicionalmente la moción socialista de poner su nombre a una esquina, cuanto antes mejor. Hasta aquí aprobado por unanimidad.

No todos coincidimos, en cambio, con los argumentos expresados por la edil portavoz del PSOE, María Rodríguez, para colgarle una placa en el callejero. Según ella, «reune méritos más que sobrados para figurar con letras de honor en un a ciudad que nunca olvida». Coño, memoria por memoria, también mucha gente va a seguir acordándose de él por mucho tiempo, aunque no precisamente para bien. Añade Rodríguez —María, no José Luis— que «su periodo al frente del Gobierno de España será recordado como el de mayor avance social con normas que han sido y serán de referencia para todos los paises desarrollados». Con casi seis millones de parados, de los que cuarenta y tantos mil son leoneses, el razonamiento es flipante. Los de la peña del bar, aunque no tenemos autoridad moral para ello ni ya casi nos quedan puntos en el carnet, pedimos desde aquí a la Guardia Civil que haga la prueba de alcoholemia a los políticos cada vez que salen con este tipo de declaraciones. Fumar en la barra será malo, pero no vea usted los estragos cerebroneuronales de desayunar con carajillo, señor agente.

Lo de estamparle una calle a Zapatero ha sido acogido sin demasiado entusiasmo por la ciudadanía, si bien en esto no hay motivos partidistas. Más bien miedo al cachondeo como cuando quisieron ponerle a otra el nombre de «Día del Orgullo Gay». Vive usted allí, le escribe su novia una misiva de amor y el cartero se va carcajeando en la vespa como mínimo hasta el siguiente cruce. Desafortunadamente ahora ya sólo nos carteamos con el banco, lo que es peor. Haga, si no, la prueba de pedir un crédito en la sucursal más próxima a su casa y dígale al director que su dirección es Calle Zapatero, el número da igual, para que le envíe los extractos de la cuenta corriente. Oiga, con ese código postal hágase a la idea de que va a seguir en números rojos.

Luego está el problema de ubicar la dichosa placa. No es conveniente que esté cerca de una oficina del Inem porque la inauguración iba a ser muy ruidosa. Se dice por las bofetadas y no por los aplausos. Así que se podría colocar en el vial de acceso al nuevo aeropuerto leonés. que está libre y con la ausencia de ruido garantizada, incluido el de los aviones. Asunto resuelto, María. En otras ciudades españolas los ayuntamientos no tienen que hacer frente a estas pejigueras y se limitan a dedicar a sus próceres la calle de la casa natal, pero aquí también es complicado: resulta que el expresidente cazurro nació en Valladolid y ni eso le ha cuadrado.

El callejero leonés luce nombres entrañables que nunca se pusieron en discusión desde tiempos inmemoriales: de Bordadores, Azabachería, Matasiete, Ancha, Caño Vadillo, etcétera. Incluso bajando del Barrio Húmedo hacia la plaza del Grano hubo de toda la vida una donde se refugiaban las mujeres de mal vivir —eso según se mire, caballero— y que la gente bautizó rápido como calle de Apalpacoños, sin que el cartero ni nadie se molestara por ello. Bueno, pues colóquele allí una placa a Zapatero y verá la que se lía.

Ha dicho el PP municipal que tratará la moción de María Rodríguez «con mucho cariño», lo que conociendo a la presidenta popular, señora Carrasco, es para echarse a temblar ahora por San Valentín. Tengo yo ganas de ver cómo se tiran las dos del moño, más que nada porque mientras pasa la crisis no hay otra cosa que hacer. Y, ya puestos, que le dediquen también un pargue, una fuente, una estatua ecuestre con dos de esos a lo caballo de Espartero. Este tipo de propuestas nos sacan de la modorra urbana, donde lo único fuera de lo normal son las multas de tráfico y de la ORA para recaudar a toda pastilla, estilo Mariano Rajoy, que también estudió en León y algo debió de pegársele.

Tal como quedó de chungo el Ayuntamiento de León tras el paso del anterior alcalde Francisco Fernández, amigo personal de Zapatero, y por aquello de los recortes presupuestarios en chorradas se podría mejorar la moción socialista metiendo a ambos en la misma esquina para ahorrar. ¿Donde? Es igual, según el interventor. ¿Leyenda de la placa? Calle de Atila.

Así, dicho al galope.

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