Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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En un recodo del alto Madre de Dios (ese afluente peruano del Amazonas que es un torrente de mar entre espesuras) han descubierto hace poco a un grupo salvaje que no ha mantenido jamás contacto con el hombre civilizado (ni desmuestra entusiasmo alguno en mantenerlo).

Con flechas de disuasión dieron la bienvenida a la expedición de Survival que les avistó y con un flechazo adrede y mortal agradecieron después los servicios prestados al indígena chivato que les había conducido hasta ellos.

Admirable, no quieren saber nada de otros mundos que pueda haber más allá de tres o cuatro jornadas andando; esa es la frontera de su universo.

El hombre blanco no los había visto hasta ahora. Ellos, sí; llevan décadas viendo al hombre blanco, cada vez más, a sus aviones y avionetas, a sus lanchas en ese enjambre de caudalosos ríos y montes, su rastro, sus olores... y sus regalos, porque para establecer algún posterior contacto amistoso, los de la expeción les dejaban algún machete en las playas del río. A esa cultura indígena aún no les ha llegado la Edad de los Metales y un machete debe suponerles la herramienta más portentosa y expeditiva que jamás pudieron imaginar. Con ella tronzarán en un día lo que antes les llevaba semanas; con ella pueden modificar costumbres y hasta ensayar su particular deforestación. También admira que hayan sido antropólogos los que decidieron regalar machetes para poder observarles y hacerles fotos de lejos.

Pero lo más admirable es que en este planeta (definitivamente pillado por lo global y por el ojo de dios en cada satélite) haya gente no contaminada y ajena a todo. Para estos indios no sirvió de nada el invento de la rueda o el Siglo de las Luces. Su vida y su dios son la selva y se les ve contentos de ser de allí, como lo estuvieron durante siglos sus antepasados... su trabajo es vivir y su vida no es trabajar... no conocen el paro ni las listas de espera para el chamán, sus críos tienen la escuela en casa, la despensa está a la vuelta de la esquina, no hay gordos, duermen juntos y la desnudez es su inocencia... aunque lo más envidiable es que no tienen ni puta idea de quién es Rajoy o la Merkel.

¿Hay otros mundos?... Los hay.

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