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Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Vargas Llosa ha escrito un ensayo sobre la banalización de la cultura. Es de tener en cuenta, aunque sólo sea por cómo escribe esa pluma, qué argumentario maneja, cómo ameniza y, en general, discurre (la izquierdina que acunó fantasías con sus visitadoras ahora le profesa tirria). Me cae bien el tipo: no apea jamás su sonrisa limeña de agraciado burgués culto, requiebra al que le oye meciendo cada una de sus frases con un son latino y cervantino... y nunca va de bronca o enojado... ¿es poco? Advierten que este libro es demoledor. Sale en abril.

La civilización del espectáculo tituló este trabajo el nóbel peruano-español. Su tesis: el arte y la literatura están secuestrados por el espectáculo y por lo trivial (cosa que se sabe y se sufre en silencio como cualquier almorrana), la política se regodea en lo superficial ( es más importante la corbata del candidato que sus ideas ), la prensa apuesta por el amarillismo, lo sensacional y lo efímero ( ahí están la moda o la cocina usurpando el espacio que siempre se dedicó en la prensa a la ciencia, el arte o la filosofía ) o el galopante desprestigio del intelectual (y recordó Vargas el viejo tango: « todo es igual, nada mejor, lo mismo un burro que un gran profesor »).

Una cata o cita:

1396984945 Ahora, más bien, lo que llamamos cultura es un mecanismo que permite ignorar los asuntos problemáticos, distraernos de lo que es serio, sumergirnos en un momentáneo ‘paraíso artificial’, poco menos que el sucedáneo de una calada de marihuana o un jalón de coca, es decir, una pequeña vacación de irrealidad ”.

Pero lo que más parece dolerle a Vargas Llosa de este tiempo es la falta de papel del intelectual y de respeto a la inteligencia: « En la sociedad del espectáculo el cómico es el rey ».

Dicen que ya no hay pensadores que orienten creando ideas o advirtiendo peligros. El propio Vargas comprueba que su visión pensadora y literaria nada influye en un mundo global que gira con una sola ley: el espectáculo no necesita profetas serios, se inventan cada día y se desechan. El pensador es un plasta aldeano y en la aldea global Platón sólo es el nombre de una discoteca, Nietzche es una chapa el la chupa de un neonazi y la casa Mercedes usa al Che en su publicidad (lo juro).