Diario de León
Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Estaba Rajoy tomando el té en London con su colega David Cameron cuando le sorprendieron las algaradas estudiantiles de Valencia —lo de estudiantes es un decir— y, al ver que palidecía más de lo habitual en los celtas cortos, el premier llamó al mayordomo del número 10 de Dorwin Stret y le encargó con flema británica «Bautista, el mister prefiere una tila». No era para menos, porque en la ciudad levantina volaban como gaviotas las bofetadas entre manifestantes y policía, de ida y vuelta, con la tira de heridos y detenidos, algo que encaja mal con la cachaza gallega.

A partir de ahí se montó la clásica trifulca mediática. La prensa de izquierdas tituló que los maderos, que por algo se llaman así, eran unas malas bestias represoras de la chavalería y la de derechas que con una mano de tortas a tiempo, cada uno en su casa, se aprueba el bachillerato y punto. Y no como algunos de los revoltosos, que por su treintañera edad o más parecían repetidores compulsivos de la ESO. Para liar más la madeja el ministro del Interior, Jorge Fernández, aprobó a ratos la actuación policial y a otros dijo que se había pasado de rosca. A su vez los sindicatos de la pasma se envalentonaron acusando al Gobierno de cobardía por no defenderlos y los manifestantes hicieron lo propio acorralando en varias ciudades las sedes del PP, eso no es nuevo, empezando por la de la calle Génova en Madrid. Y ahí seguimos.

Le da a uno en la nariz que lo de Valencia no es casual. Empezó, según dicen, porque en un instituto de enseñanza media habían apagado la calefación por culpa de los recortes. Me hubiera gustado verlos aquí después de las heladas, aunque incluso eso lo hubiera arreglado Gila simplemente levantando el teléfono como cuando llamaba para protestar por la factura del colegio de monjas: «¿Oiga, y si le doy dos tortas al niño y ya se lo mando caliente de casa?». Ahora ho hay tacto.

Teme Rajoy, y a lo mejor acierta, que este tipo de manifas y cirios se multipliquen como hongos en institutos, universidades, la función pública y hasta el Inem. Gente vacante para llenar las calles es lo que sobra y los antidisturbios van a tener que repartir mucha leña si quieren calentar a todos. Los primeros que atizan son los sindicatos y los partidos de izquierda, en particular el PSOE de Rubalcaba, que desde las últimas elecciones duerme al raso en toda España. Lo del chapapote del «nunca mais» o el «no a la guerra» contra el moro iraquí de Aznar puede ser una broma comparado con la que se avecina, vecino, y éste es un aviso para paseantes que van tan tranquilos por la calle como si no pasara nada ni nadie.

Hubo un tiempo en que la militancia izquierdista tenía a gala haber corrido delante de los «grises» de Franco. Luego con Felipe González y Zapatero los progres echaron barriga y le tocó a la policía dar marcha atrás ante energúmenos que les llamaban de todo menos bonitos, tal como recogen las fotos de la hemeroteca. Y parecía que las aguas en la ciudad del Turia iban a volver a su cauce, o sea a los viejos y buenos tiempos, pero no. Ha mandado templar gaitas el gallego Rajoy a su regreso del Támesis, que incluso amansó a su paisano Fraga de embajador con bombín.

Todo sea por la paz social, a condición de que cuando uno vaya tranquilamente por la rua no le atropelle una manifa de energúmenos, en cuyo caso vuelva usted a casa y eche el candado. Entre las múltiples reformas que está llevando a cabo Mariano mientras se mesa la barba proponemos gratis desde aquí —no tiene que recortársela— la reconversión de policías y guardias civiles en «bobbies». No es igual llamarle «joputa», pongamos por caso, a un madero pasmado o a un picoleto del tricornio que dirigirte a un bobby inglés y preguntarle «¿Hijo de la Gran Bretaña, por dónde cae Gibraltar?». Y quien dice el peñon, ya puestos faltosos, vale tal o cual penalti de cuanto la Cultural jugó con el Manchester United. «Oh, yes», responderá impasible el del gorro medio salakov, «para Algeciras baje otra vez hacia Africa Street y lo del gol ese, please, fue en propia meta». Y no moverá un músculo, al contrario de cuando provocas a un colega bestia de aquí. Creo que le llaman a eso fair play o buena educación, y que no se me olvide preguntárselo a los amigos del extinto presidente Zapatero como Hugo Chaves o Evo Morales, famosos por cómo tratan a los manifestantes según el modelo del compañero Fidel.

Eso sí, no se te ocurra escupirle a un bobby a la cara, como en Valencia, o amagar con una patada por debajo de la hebilla. El orden es el orden y están respaldados por un tal David Cameron.

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