EL PAISANAJE
¡Aúpa Hacienda!
En las cuentas del Estado se ven pasar los miles de millones como vacas volando a las que Mariano se dispone a agarrar por los cuernos y recortarles el rabo. Y precisamente a cuenta de que no sabe de dónde recortar lo que le pide la teutona Angela Merkel se ha sabido también estos días que los clubes de fútbol deben a Hacienda la nada despreciable cifra de setecientos y pico millones de euros, los cuales, traducidos a las pesetinas de siempre, son cien mil millones y muchos picos, unas tres mil pesetas por habitante, que en una familia de cuatro dan para el recibo de la luz de dos meses. Así cualquiera gana la liga.
Es una lástima que el árbitro Guruceta de nuestra juventud ya esté debajo del césped y no pueda ser fichado por el ministro Montoro. Quitando el Real Madrid, los demás se iban a enterar como inspector del fisco y hasta Florentino Pérez tendría problemas por no cotizar adecuadamente al del silbato con las plusvalías del ladrillo. Como en la sonrisa de dentrífico que gasta con un poco de pasta basta y no vea usted la que nos íbamos a ahorrar los demás.
Para la cuadratura del círculo presupuestario, recortes de rabo aparte, Rajoy acaba de subir el IRPF, se dispone a hacer lo propio con el IVA y anuncia una campaña de inspecciones fiscales a la defensiva contra futbolistas millonarios, artistas de la subvención —coño, quítasela— y profesiones liberales como abogados o dentistas, que declaran menos que sus defendidos de oficio o la aspirina de un dolor de muelas. Eso está bien, pero igual que el doctor agarrado por salva sea la parte uno sospecha que el gallego y ellos no se van a hacer mucho daño, dado que son casi todos de la cuerda del PP.
Otra cosa es la ciudadanía de a pie que con la pobrina nómina de toda la vida, el que la tenga todavía, está cogida en Hacienda, con perdón, por un huevo y la yema del otro. Ahora que empieza la campaña de la declaración de la renta las gestorías andan como locas para que sus clientes desgraven y les dé a devolver. Se le ocurren a uno dos ideas y que no se entere Montoro: primera, donde la equis de la casilla de la Iglesia poner la de los sindicatos, que acojona más que la de Cáritas y perdone otra vez el señor obispo, y, segunda, adjuntar al impreso a mayores del mísero plan de pensiones el carné de socio de la Cultural (Zapatero, que cobra dos sueldos, también es del Barça). Y a ver qué inspector osa meterte mano.
Un país donde el pan y circo ha sido sustituido por pan y fútbol tiene lo que se merece. Descansa en paz, Guruceta. Y si Hacienda es incapaz de empurar a Florentino —la deuda fiscal del fútbol ha crecido un veintitantos por ciento desde el 2008 cuando empezó la crisis— no veo yo por qué tenga que pagarla a escote la afición, que mayormente anda cual puta por rastrojo y aquí sí que no hay que pedir perdón porque, a mayores del refrán, lo dice el Inem.
La jauría de inspectores del ministro Montoro, un apellido por lo demás desproporcionado para su ruin estampa, va a ser soltada también, tal que lebreles, en pos de la llamada economía sumergida, que se supone entre la quinta y la cuarta parte del producto interior bruto (PIB) por aquello de recaudar a lo bestia. Pero olfatea un servidor que aquí el hocico de Mariano puede salir chamuscado. Con más de cinco millones de parados exigirle el IVA a un albañil que come precariamente con el subsidio de la prejubilación y cena, cuando puede, con una chapuza va a ser como apagar el fuego con gasolina. Por cierto que desde aquí se apuesta igualmente un euro a que van a subirles también los recargos —antítesis cabrita de los recortes— de la gasofa, el tabaco y el pobrín carajillo del andamio.
Este es un Gobierno sin ideas y, cuando tiene una, la recorta de mala manera. Se ofrece otra gratis a Montoro en su lucha contra la economía sumergida que no paga impuestos a lo mejor porque autónomos y parados no tienen de dónde sacar para tanto como destacan. Hará unos diez años los empresarios de bares de carretera con luces de neón y señoritas que fuman dieron una rueda de prensa pidiendo que se les permitiera constituirse en patronal para pagar Seguridad Social e impuestos. Eso fue a unos veinte kilómetros de León capital camino de Benavente en una curva, según se escupe a la derecha, y los periodistas fueron obsequiados, además de la copa de rigor en mano, con un desfile de modelos. No les hicieron ni puñetero caso y se omite el nombre del local para no dar pistas a la Guardia Civil.
Y ahí sigue en la economía sumergida, Montoro, el oficio más viejo del mundo.