Muy personal

Es un «nariz recta» en un país de 23 millones de habitantes. Su altura fue motivo de sorpresa cuando llegó a Taiwán hace casi una década, sobre todo, para los niños, que se giraban a contemplar a ese gigante «ojos de vaca», como definen a los occidentales. A sus 37 años, trabaja como coordinador del programa de estudios hispánicos de la Universidad Tunghai, de Taichung, aunque su primer trabajo en la Isla Hermosa fue como profesor de español en la Universidad de Wenzao, ubicada en la ciudad de Kaohsiung. Allí logró incluir en su decoración un mural de 36 m2 de la Catedral de León. En su perfil destacan sus licenciaturas de Inef (Instituto Nacional de Educación Física), en León, y Lingüística, en Alcalá de Henares. Sus primeros pinitos laborales fueron como profesor de educación física en Guadalajara, donde también impartía clases de español a inmigrantes. Domina el chino mandarín, el inglés y el gallego. Está casado con la taiwanesa Azucena Lin, a la que conoció en uno de los cursos de idiomas, y tienen un hijo de cuatro años. Miguel Rubio ha tratado de tender puentes entre occidente y oriente. Fundó la Casa de España en Taiwán el 2008 y cada verano trae a amigos y conocidos a León.