Muy personal

En una mochila, David Ollé Tagarro, natural de León, guardó sus 24 años y se los llevó a Frankfurt para empezar de cero. Hoy tiene 38 años, mujer y dos hijos, a los que intenta inculcarles el mismo cariño por León que él siente. «Normalmente regreso una o dos veces al año y me gusta llevar a mis amigos para que conozcan la ciudad. Suele gustarles y sorprenderles; pero me cuesta explicarles cosas como los destrozos en el mobiliario o los gritos por la calle», comenta David, en referencia al civismo que reina en Alemania. Lo que más cuesta arriba se le hace son los inviernos. «Durante meses apenas se ve la luz del sol y a las cinco es de noche», describe. De lo que más echa de menos, «las frías mañanas con el cielo limpio y las montañas nevadas de fondo. La comida es muy diferente, pero nunca me falta la cecina ni el cocido», comenta. El Húmedo, sus amigos, saludar a la gente por la calle. Sentirse en casa. Pequeñas cosas que David extraña. La morriña acecha, pero asegura que hoy no se plantea volver, «León es fabulosa, pero hoy no me ofrece las oportunidades de Frankfurt».