CORNADA DE LOBO
Un Corpus vasco
Ya no es lo que era el Corpus. La culpa la tuvo la voracidad por podar el calendario festivo y la tiene hoy el cambio climático, los curas de capa caída y el fútbol, aunque, gracias al balón, el domingo en que ahora se celebra pareció reverdecer aquel fervor del nacionalcatolicismo que en esta fecha litúrgica llenaba los balcones de colgaduras, colchas de Damasco y banderas nacionales... pero en estos momentos Iniesta es mucho más que una custodia de Arfe si se trata de emocionar a la calle peatona de un país sumido en pesadumbres contables... Sócrates consuela a dos buenos amigos canónigos que tiene: algo ganáis, perillanes, al menos porque, jugando la selección, España reza.
Nos pilló el Corpus en Oñate (Oñati dicen allí en cristiano euskaldún), Guipuchi. El Corpus es su fiesta mayor y su alarde de patrimonio tradicional, el más celebrado, pero quedamos perplejos al comprobar que es un clon calcadito del Corpus de Laguna de Negrillos (y otros muy similares en la geografía «mística» española), la misma procesión sacramental en la que desfila toda la imaginería de las iglesias junto a tipos disfrazados con túnicas y caretas de diferentes santos escoltados por danzantes varones vestidos de blanco y trasvestidos con faldumentos de moza sin dejar de darle a las castañuelas en plan matraca y exagerando las reverencias ante el misterio y la autoridad civil o religiosa. Idéntico guión.
La cosa es que dicen que su origen es medieval y popular, aunque ambas etiquetas son falsas, porque ni estos Corpus nacieron en la Edad Media, ni surgieron del pueblo; y si dicen además que son genuinamente vascos porque embutieron ahí algún chistu o danzas propias, allá ellos, pero son fiestas y liturgias importadas por los curas, costumbre de toda la España tridentina, catequesis teatral muy de la Contrarreforma para adoctrinar al pueblo con una representación visual de la historia sagrada y del misterio divino.
La apropiación o nacionalización de costumbres universales es fenómeno antiguo. Les encanta a los de Bildu, que ahora gobiernan aquel untamiento, pero pasaron este año de personarse de ediles en la procesión y hubo bronca en los chocos entre meapilas y rojeras.