Diario de León
Publicado por
pedro TRAPIELLO
León

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En Grecia, los presidentes juran su cargo «como Dios manda»: no ante los representantes del pueblo que le eligen, sino ante el primado de la Iglesia Griega (el papa de los popes) y, alejado a un lado, el presidente de la república. Causa extrañeza la presencia de dignidades eclesiásticas en este solemne acto civil; es como si aquí el presidente del gobierno tuviera que cantar una antífona ante Rouco antes de presentarse al Congreso de los Diputados para la investidura.

Lógico es que tras un juramento de esta naturaleza divina, el nuevo presidente Samarás declarara que «con patriotismo, unidad nacional y con la ayuda de Dios trabajaremos duro para ofrecer resultados concretos y esperanza al pueblo»... que sí... y así ya tienen a Dios metido en el raro tripartito que quiere poner orden en aquel desgobierno y academia nacional de corrupciones... no es mala idea, pero ¿meten a Dios como asesor, como escudo o como disculpa por si sale mal?...

Aquí no cabrían estas cosas, reina la aconfesionalidad del Estado y ningún político español se atrevería a decir que saldremos de esta crisis «con la ayuda de Dios» porque lo laico en política es lo correcto y porque, además, provocaría la carcajada nacional y furiosa de un pueblo que tiene el culo pelado de ir a malas bodas y que, tras certificar que los populares son incapaces de arreglar el estropicio socialista, está más que convencido de que «esto ya no lo arregla ni Dios»... no se invoque su nombre en vano.

Lo cierto es que Grecia necesitará a Dios a toda costa para que arregle lo del César, porque a la vez que le invocaba el nuevo presidente, nombraba ministro de Finanzas a un banquero, así que los griegos sólo pensaron en la pelotuda idea de poner una zorra a cuidar del gallinero (la zorra se apellida Rápanos, ¿será premonición?).

En fin, qué curioso: en la Grecia que inventó la democracia y en la Rusia que instaló la revolución que equiparó religión y droga, es hoy ostentosa la presencia de patriarcas y dignidades religiosas en actos civiles (a Putin le chifla). Es lo mismo que aquí cuando el nacionalcatolicismo, aquel invento tan español para poder derivar las responsabilidades al «Sursum Corda».

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