Gente de aquí | Un justo homenaje
Un ole para siempre
Una placa en el burladero que ocupó durante décadas recuerda desde ayer a José Luis Perelétegui, maestro del periodismo taurino leonés.
La plaza de toros de León recuerda desde ayer a quien fue uno de sus grandes defensores, José Luis Perelétegui, fallecido el pasado mes de marzo. Un azulejo en la pared del tendido tres, junto a la piedra del burladero de prensa donde tantas tardes vio los toros y escribió sus crónicas, guardará para siempre su memoria. «La Peña Taurina Leonesa a José Luis Perelétegui, maestro del periodismo taurino».
El descubrimiento de la placa tuvo lugar ayer por la mañana, en presencia de tres generaciones de la familia Perelétegui -su viuda, su hija y su nieta- y muchos amigos. Nadie faltó. Ni sus compañeros de Peña, ni los Zapico y compañía. Por una vez, el taurinismo leonés hizo piña.
Fue un homenaje breve y sencillo, como a él le hubiera gustado, en el que el presidente de la Peña Taurina, José Antonio Cabañeros, desveló que la empresa Postigo se puso en contacto con él a los pocos días de su muerte para tener con Perelétegui «un gesto» que guardara su memoria. Perelétegui no faltó en El Parque ningún día durante más de cuatro décadas. Ni en las tardes de éxito, ni en las malas tardes, ni en los carteles cumbre, ni en novilladas sin caballos. «Es difícil entrar en la plaza y no encontrarse con José Luis», añadió Cabañeros, quien destacó su trabajo en pro de la Fiesta en León y su gran esfuerzo para que la Peña sea hoy lo que es. «Ha dejado el listón muy alto», concluyó.
Visiblemente emocionado, cerró el acto Julio Cayón, concejal del Ayuntamiento de León y amigo personal de Perelétegui, con quien tantas veces compartió tertulias y viajes y discutió de toros, porque como añadió Cayón, discrepar forma parte también de este planeta de románticos. «José Luis me enriqueció y me hizo hasta manoletista», confesó el edil antes de recordar que Perelétegui «parecía un hombre inmortal» por su vitalidad. «Le veo ahí, en su burladero, tomando notas y haciendo su crónica. Perelétegui era un hombre irrepetible e imborrable». El acto concluyó con una cerrada ovación.