Diario de León
Publicado por
pedro TRAPIELLO
León

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Cataluña quiso suprimir en sus centros penitenciarios la merienda de los reclusos como medida de ahorro... y sonó la cosa al ¡castigados! del cole o a prólogo de algo peor, el clásico ¡a la cama sin cenar! que daremos por probable de seguir así las cosas (y seguirán: dice la banca que no habrá créditos hasta 2015).

Esto de birlarles la merienda es una pena añadida a sus privaciones que no constaba en su condena y bien pudo considerarse ilegal o recurrirse por abuso de autoridad cocinera. Debería decir algo el juez.

Lo más mortificante de la cárcel es su férrea rutina, los estrictos horarios, el penoso programa diario, todo a rajatabla, siempre lo mismo. En este aburrido agobio, el recluso espera impaciente los pocos momentos agradables de la jornada: el rato de patio, la tele, el correo, la baraja... o la merienda. En la cárcel, el cuerpo no sólo acaba acostumbrándose a la rutina, qué remedio, sino dependiendo de ella narcóticamente; ocurre a la hora de merendar: el estómago entra en sinfonías y exige su rutinaria manduca; la naturaleza es así de esclava y exigente.

Pues bien, si a los reclusos de cárceles catalanas les pitara alertas la andorga a eso de las seis y no hubiera esa merienda que aplaque la gusa de media tarde, se sublevarían los jugos gástricos que sólo sirven para alentar úlceras o juramentos y maquinar maldades, de modo que quizá sea peor el remedio que la enfermedad y que lo ahorrado en merendillas pueda multiplicarse en destrozos como alguno pierda el juicio (gástrico) o se amotine.

¡Estos catalanes!...

La pela es la pela... lema viejo de la industriosidad catalana... eso debió exclamar el honorable president ante esta medida... o ante cualquiera de los cien tijeretazos cirujanos y brutales que le está dando al presupuesto empezando por las patas, es decir, por el pueblo peatón, el que hace andar a un país o llevar en andas a los barandas que lo arruinan. La pela es la pela ... y quítame allá esas pajas o esa merienda.

No era para menos y el recluso bibliotecario resumió: Nos quitan el pan de la boca y nos meten el presupuesto por el culo para que no caguemos ni el miedo y nos inflemos pareciendo nutridos.

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