Lealtad, no más

Tienen los populares los mismos vicios de gobernantes anteriores, cuya falta de altura política nos fue llevando a esta bajura, al caos institucional y a la pérdida irreparable de ocasiones fantásticas que ya no volveremos a ver en próximos despilfarros... viejo vicio: se sigue eligiendo a la gente para cargos o chollos más por razón de lealtad personal, que de competencia o experiencia en el asunto. Así seguimos. La burra siempre vuelve al trigo.

Los abogados del estado, por ejemplo, tienen su promoción o franquicia con las sorayas... o los maridos diligentes con las cospedales, como lo tuvieron en tiempos zapateros los remendones leoneses de su círculo personal.

La lealtad al jefe es lo primero.

Moncloa, así, tendrá siempre la última palabra confirmando de este modo su papel de Roma locuta, causa finita . Y podrán decir ¿acaso no hicieron Felipe o Zapatero lo mismo?... claro... y Aznar no, ni Esperanza, ni Fraga ncia , ni Rita la bailaora... ejemplares ellos.

Esta desconfianza hacia todo el que no sea de los nuestros es el viejo dramón de las dos Españas que se alojan hasta el tuétano en un mismo partido donde nunca cesa el baile o el navajazo entre los dos sectores clásicos: oficialistas y críticos. Es curioso, entre los que dicen tener un mismo credo o programa suele haber tanta hostia y juego sucio, que nunca muestra el vencedor intencion de integrar en su mandato a los correligionarios más cualificados del bando perdedor, ni pensarlo, aquí nadie sale del sabio consejo: al amigo, el culo; al enemigo, por el culo; y al indiferente, la legislación vigente ... de modo que ni siquiera un partido aprovecha a los suyos. Temen a los capaces.

Cuando las lealtades entran por la puerta, las razones saltan por la ventana sabiendo que ahí mandarán pelotas y mediocres, cáncer crónico de la política española que explica hoy el poder de los medianejos o del osado incompetente que no tiene duda ni pudor en aferrarse al timón y a los momios.

Naturalmente, en los partidos leoneses no pasa nada de esto, uy, pordiós, nada de nada, no hay dos bandos ni dos Españas ni dos Leones, ni hay pelotas ni mediocres, son todos listos, muy listos, los más listos de esta fábrica de listos, escritores y políticos que es León.