Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Trabajaron con un montonísimo de canciones de música ligera unos investigadores de la facultad de Física de Barcelona (pagaba el CSIC) y llegaron a la conclusión de que actualmente las canciones son tan parecidas entre sí, que casi podría decirse que son la misma (o sin casi).

Estudiaron y escrutaron un total de 464.411 canciones (un buen bulto estadístico de ruidos y melodías) y han publicado sus conclusiones en la revista Scientific Reports constatando dos rasgos básicos: la música es cada vez más previsible (después de una nota o fraseo musical cualquiera sabe cómo seguirá la cosa)... y las transiciones entre los grupos de notas viene disminuyendo sin cesar en las últimas décadas, lo que genera que las melodías se parezcan más entre sí (¡toma Bisbal!).

Como son físicos estos investigadores, no psicólogos o sociólogos, no han querido meterse en otras camisas para explicarnos por qué ocurre así, si es por vagancia creativa o por la evidente vulgarización del gusto, si es por la dictadura discográfica o por la globalización del simplismo y del hortera, que a todo ello huele este empobrecimiento del panorama musical donde ellas quieren tener el culo, el caderazo y la coreografía de la Beyoncé... y ellos, ¿ellos?... ellos no sabe lo que quieren.

En fin, los artistas siempre se copiaron, pero cuando se inventó la multicopista, se fotocopiaron... y desde que apareció el ordenata, son ya la intemerata, que hasta el más tonto se hace un videoclip de madera chingando armonías y lo cuelga en la telaraña pidiendo paso como emergente y creativo.

«Todo el mundo es artista», predicaba aquel listo que dirigió el Musac... y lo decía el tío como si estuviera consagrando el misterio de la transubstanciación porque, «tomando en sus manos el pan de una obra extravagante o absurda, se dirigía a sus discípulos y al presupuesto y la convertía en la hostia », así de fácil y sacramental.

Si esos físicos catalanes que estudiaron tantas canciones hicieran un trabajo similar sobre pintores y arte actual, llegarían seguramente a parecidas conclusiones... o peores: se copia más que nunca y jamás hubo tanta gente «artista»... con sólo rezar al dios Google, hoy cualquiera sale sacerdote de la brocha.

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