Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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La creación de un ‘banco malo’ presupone que eran insuficientes los peores y había que llegar un poco más lejos en la usura legalizada.

El tacto de la audacia financiera consiste en saber hasta dónde se puede abusar de la gente que no tiene casi nada.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, que ha escogido un mal momento para serlo y pasar a la historia en letra pequeña, a pie de página, asegura que el ‘banco malo’ es buenísimo.

A diferencia de todos los demás, no les va a costar dinero a los que depositan el suyo con la esperanza de que no merme demasiado. «Nunca costará dinero al contribuyente», ha dicho el dudoso financiero y actor político, lleno de certidumbres. En su docta opinión no habrá más ajustes para cumplir con el déficit, o sea, que es un gran momento para poner en marcha un banco pésimo donde Urdangarin y su infortunado socio Diego Torres puedan invertir sus evadidas fortunas.

Creía Bertold Brecht que solo hay una cosa peor que asaltar un banco y esa cosa era fundar un banco, pero según parece existe algo más terrible: inventar un banco malo que agrupe las deplorables conductas bursátiles de quienes nos han llevado a la ruina desde sus despachos, entre alfombras gruesas y sillones de ignominiosos cueros «fregados y pulidos por la saliva aduladora». No es necesario saber de economía para darse cuenta de que estamos en bancarrota, del mismo modo que no hace falta ser una gallina para saber que un huevo está putrefacto.

Se extingue agosto y se retira a sus cuarteles de verano. Mañana empieza el curso de los acontecimientos y los empresarios le dicen a su Majestad el Rey que no hay que hablar de ‘rescate’, pero cada autonomía pide que sea rescatada la suya. El eje francoalemán que intenta el diseño del futuro europeo nos puede partir por el eje. Nuestro lema es «siente un pobre a su mesa», pero se resisten a cumplirlo. Sabe que nos gustan las sobremesas largas.

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