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Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Tienen los brasileños una bandera tan rara y tan curiosa, que parece africana o la de una empresa de logística: sobre un fondo verde, un rombo amarillo y, sobre éste, un globo azul del cosmos con estrellas cruzado por una orla donde reza bien claro el lema nacional de la República Federativa do Brasil, Ordem e progresso .

Curiosa bandera. Y guapo lema. Vibra en él la emoción humanista del positivismo francés; lo copiaron y abreviaron del principal mandamiento de Auguste Compte: Amor por principio, orden por base y progreso como fin .

Los lemas sirven para fijar doctrina con solemnidad y concisión, pero de puro consabidos y revisados suelen terminar sonando a hueco o a cínico y la gente se los toma como campanas rajadas de relojes que siempre atrasan... porque, en este caso, si algo lució Brasil desde sus comienzos hasta la corrupción actual fue un desorden cachondo, ávido e ibérico que conducía rápidamente a la riqueza, dejando el progreso para los libros y para los que no saben lo que quieren.

Pero por sus lemas les conoceréis.

Lo normal es que abunden palabras como justicia, libertad, patria, independencia, unidad, defensa, igualdad... pero, por ejemplo, a los chilenos les sale la prisa como si ya alentasen pinochets en el XIX y da miedo su lema: «Por la razón o la fuerza», como los austriacos, que escriben en su escudo «El destino de Austria es gobernar el mundo» y es tan fachorro como el germano, «Alemania por encima de todos».

El de España no deja de ser curioso, «Plus ultra», más allá... ¿qué quieren decirnos, que hay otras metas, que hay que soñar otra tierra, vete de aquí, arrímate pallá?...

Hay países o estados cuyo lema tienta a conocerlos: «Independencia, libertad y felicidad» (Vietnam), «La tierra madre vale más que el reino del cielo» (Nepal, tan religioso él), «Mientras respiro, espero» (North Carolina), «Ser es mejor que parecer» (Sud Carolina).

Pero ninguno tan sugerente, lacónico e intrigante como el lema de Quebec, «Yo me acuerdo», je me souviens , en el que late sin duda la memoria francesa que cimentó esa ciudad canadiense.

¿Y el de este León que no lo tiene?... ¿le inventamos uno?... se abre la veda.