Gente de aquí | Semana de la Moda de París
Raf Simons redescubre la historia de Dior
El recién estrenado modisto belga presenta su carácter con una colección que reactualiza el corte de la firma.
El modisto belga Raf Simons se enfrentó ayer a un público que ansiaba conocer el carácter que iba a imprimir al prêt-à-porter de Christian Dior con una colección fresca que reactualizó los cortes históricos de la casa.
En unos salones construidos en los aledaños del Palacio Nacional de los Inválidos se vivió con expectación el primer gran desfile de esta Semana de la Moda de París, en el que Dior debía demostrar que podía sobrevivir a John Galliano.
El recién estrenado director artístico de la firma del grupo LVMH, quien desde que asumió el reto sólo había desfilado en la alta costura, dejó que la chaqueta bar, insignia de Dior, abriera el desfile en un soberbio y sensual traje que ilustró con un foulard anudado al cuello en un voluminoso lazo. Simons rememora con esta prenda los orígenes de la casa fundada en 1947, y a partir de ahí acelera el viaje en el tiempo hasta convertirla en un vestido, un vestido con mangas o con escote palabra de honor pero que conserva las cualidades propias de la bar: una cintura esculpida y un pecho erguido.
Este trabajo histórico, que recorrió el siglo XX de Dior desde la posguerra hasta la actualidad, se desarrolló en unos salones contemporáneos que se configuraban como cajas blancas futuristas, con cortinas de organza en tonos pastel que cubrían huecos rectangulares.
La chaqueta bar, que había escandalizado a la sociedad de los años cuarenta, en manos de Simons se hizo corto vestido en referencia a la liberación sexual de los años sesenta, cuando vio la luz la primera colección prêt-à-porter de la firma. En ese momento irrumpieron los brillos del satén duquesa y la organza metálica de unos vestidos voluminosos en sus formas cuya mínima extensión quedaba compensada por unos shorts negros, leitmotif y carta de presentación de esta colección primavera-verano 2013.
La eclosión de color y reflejos impregnó de magia e ilusión esta histórica colección. El despliegue de creatividad finalizó con faldas increíblemente abultadas, en satén duquesa y seda iridescente, con un estampado de flores, un elemento propio de Dior.