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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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En treinta y tantos años de oficio servidor sólo ha conocido a un político con los pies bien puestos en el suelo y que al dejar el cargo se llevara lo mismo que había traído. Su nombre era José Luis Ropero García, alcalde que fue de San Andrés del Rabanedo en los primeros ochenta. Tan en el suelo tenía los pies que iba al despacho en bici desde su casa del barrio de Pinilla y cuando se retiró tenía el mismo patrimonio que antes: familia numerosa, un piso de protección oficial y la pensión de jubilado de Renfe. Bueno, miento porque mermó considerablemente cuando en uno de sus desplazamientos a la alcaldía sin coche oficial a Roperín le robaron la bicicleta.

Viene esto a cuento del creciente desa-pego de los españoles, incluidos los del Crucero, hacia la clase política. Cada uno pedalea, es un decir, a su bola y ninguno se apea con la cuenta corriente más delgada que cuando llegó. Es más, no dejan nunca de dar pedales porque, si no, se caen y andar a pie es muy duro. Ponga usted nombre a todos los que conozca y a ver si se aclara en la próxima vuelta ciclista electoral.

En un país con casi seis millones de parados los políticos españoles entretienen las piernas estos días debatiendo sobre manifestaciones de macarrillas antisistema, como la del martes, la independencia de Cataluña, toda la semana, y la propuesta de estado federal de Rubalcaba, tela para rato, los Estados Unidos de España para entendernos. Por ahí fuera damos justo la imagen contraria al exalcaldín Ropero, de ahí que pinchemos en los mercados, las primas de riesgo y tal y cual. La guinda a estos despropósitos la puso Rajoy en la ONU pidiendo un puesto para España en el Consejo de Seguridad, quietos todos y cuerpo a tierra, con el argumento de la Alianza de Civilizaciones, estrafalario ente que creó su medio lunático antecesor en el cargo, señor Zapatero. Aquí hay muchos que se han vuelto locos y no precisamente en la cola del Inem.

Lo de las manifas antitodo, empezando por las de los recortes, es la moda de este otoño, así que voy a ver si encuentro a buen precio en las rebajas de El Corte Inglés una pancarta reversible que en un lado ponga «¿Mariano, eres tú?» y en el otro «Rubalcaba estás muy visto». Oiga, es increíble la imagen que da el país en el extranjero con la policía sacudiendo estopa a cuatro chisgarabís como si fuera una cuestión de emergencia nacional y el Congreso un instituto de enseñanza media. Algunos alumnos son más aplicados que sus señorías y lo que está pasando es ridículo, si bien a unos y a otros deberían haberles dado a tiempo dos sopapos sus papás.

Respecto a la asignatura catalana y el referéndum de Artur Mas para decidir la independencia, tres cuartos de lo mismo. Con una mano te piden la emancipación y con la otra cinco mil millones de euros, casi un billón de las viejas pesetinas. Coño, si de chaval hubiera dicho yo lo mismo en casa me habrían puesto de patitas en la calle y sin propina. Uno siempre fue un lanzado, pero no hizo tal cosa calculando con sensatez que lejos de mamá se come mal y se pasa frío, no digamos cuando llueve a cántaros como ahora. Sobre la consulta independentista catalana dudaba ya Felipe González que obtuviera buenos resultados en la tierra de Pujol y Artur Mas, aunque no tanto en el resto de España, donde la gente está harta de hacerles de puta y poner la cama, con perdón. En catalán amenazar con una mano y pedir con la otra se dice hacer de puta y ramoneta, otra vez disculpas. Adeu.

Por último y en tocante a la propuesta de construir un estado federal de las Españas, cambiando la Constitución si hace falta, Rubalcaba recuerda al del chiste aquel que vendió el coche para comprar gasolina. Abundio, el que asó la manteca, hubiera sido más sensato a la hora de adelgazar las autonomías, que son la madre del cordero a la que nadie quiere meter mano. Es para volverse loco con la que está cayendo sólo de pensar en Juan Vicente Herrera como presidente del Estado del Duero y en Isabel Carrasco como su gobernadorina del Bernesga, aunque algunos ya la llaman así.

Echa uno de menos y muy en serio al exalcalde Roperín, ya difunto porque los años no pasan en balde y porque, de haber sobrevivido, la hubiera palmado igual, vistos los aconteceres de estos tiempos. Descansa en paz, chaval, que no merece la pena.

Eso de que otros vendrán que bueno te harán no era verdad en su caso, porque él siempre lo fue. Haga usted memoria y compare. No puede decirse lo mismo de la tropa política que le siguió.

Y no precisamente en bicicleta.