Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Talibán es el plural de talib , que significa estudiante ( los talibán, no los talibanes). Seguramente se bautizaron Estudiantes (juegan en la liga del basket-bomba) porque de jóvenes lo fueron en madrassas donde pasaron los años mamando doctrina y las horas recitando versículos con rítmicas cabezadas para martillear el concepto y sacarles el filo... o la mecha.

Los talibán pertenecen a la etnia pastún, unos broncas históricos a caballo entre Afganistán y Pakistán, gente tan señoreada en la guerra, que demuestra por las bravas que quiere gobernar el mundo y sus alredores con un kalasnikov robado a los rusos, un misil iraní fiado y metiéndoles a todos de canto en la sesera un Corán asín de gordo.

La cerrazón es su muralla... y su ultraortodoxia islámica, la metralla.

En Pakistán tiraron a matar hace poco a una niña se catorce años convertida en el icono de un sagrado derecho a la educación que combaten o extirpan esos jenízaros que calzan bragas maragatas hasta el tobillo y gorras de Marco Polo en el tarro. Se libró la pobre chica de milagro; y sin milagro se libran allí los asesinos (diga lo que diga aquel gobierno, esos tipos caen simpáticos a la musulmanía pakistaní).

Dicen los talibán que ellos no niegan la educación a las niñas... pero hasta los ocho años... y aprendiendo sólo dos cosas en la escuela: a leer y el Corán, o sea, la lista de sus obligaciones...

Desde antiguo, consagrando la ignoracia, los listos se hicieron santos... y sus clérigos, listos... ¿de qué, si no, gobiernan siempre esos estados sus obispos musulmanes?... la Edad Media nunca acabó, siempre tendrá imitadores.

Pero si se habla de educación en estos términos o lugares donde la escuela es el hambre, el déspota o el miedo, cito siempre a Simón Rodríguez, hospiciano, maestro, ministro y pensador... perreó exigiendo que todos los niños tuvieran escuela, educación y, aunque corría el 1812, ya proponía que estudiaran juntos niños y niñas... y aún más, quería aulas y, al lado, talleres, para no sólo aprender, sino saber hacer... y lo estampó en su ideario con una frase que se hace el lema más obvio del derecho a la educación: «Al que no tiene, cualquiera lo compra... y al que no sabe, cualquiera lo engaña».

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