El túnel de la tragedia del Madrid Arena casi triplicaba su capacidad
El cálculo policial apunta a una concentración de cinco personas por metro cuadrado.
Más de 200 personas se agolpaban en el pasillo central de acceso a la pista del Madrid Arena cuando minutos antes de las cuatro de la madrugada se produjo la avalancha humana en la que murieron cuatro jóvenes y una quinta quedó herida muy grave. El cálculo policial de, al menos, dos de las cámaras de seguridad que grababan las imágenes del vomitorio que desembocaba frente al escenario apunta a una concentración superior a cinco personas por metro cuadrado en un pasillo de apenas 13 metro de largo por tres de ancho. O sea una superficie de 39 metros cuadrados.
Las cámaras, como adelantaron las primeras investigaciones, no muestran estampida alguna de personas, sino tres riadas humanas que confluyen en ese túnel: una que procede del exterior, otra de los graderíos y una tercera, la de las personas que intentan salir de la congestionadísima pista central. Según los analistas de la Policía para absorber todos esos flujos hubiera sido necesario un túnel del doble de capacidad. En la pista, en esos instantes, las cámaras apuntan a una densidad cerca a las cuatro personas por metro cuadrado. Las grabaciones, insisten los investigadores, no muestran a personal de seguridad interviniendo para evitar que más jóvenes entrasen al fatídico vomitorio.
La Policía espera enviar este martes su primer atestado al juez de Instrucción número 51 de Madrid, Eduardo López Palop, quien mantiene precintado el Madrid Arena, a la espera de ordenar nuevas diligencias.
El Consistorio lo sabía
Que las vías de escape de la pista principal eran insuficientes para un evento multitudinario era un hecho que conocía el Ayuntamiento de Madrid desde hace dos años y medio. La empresa municipal ‘Espacios y Congresos’, gestora del Madrid Arena, inició en el 2009, cuando el pabellón llevaba más de siete años operando, un procedimiento para obtener una «licencia de funcionamiento». Comenzó esos trámites, según desvelaron responsables de Consistorio, para intentar vender las instalaciones. Sin embargo, el proyecto se frustró en marzo del 2010 cuando el Área de Urbanismo del propio ayuntamiento detectó importante deficiencias de seguridad que hacía imposible el traspaso a manos privadas. Sobre todo que las vías de evacuación de la pista, en una de las cuales murieron las cuatro chicas, y de la grada intermedia era insuficientes a menos que se habilitaran «al menos otro acceso más opuesto y alejado respecto al principal y único en cada uno de estos niveles».
El Ayuntamiento admitió ayer que estaba al tanto de ese informe, pero que el edificio cumplía con la normativa de seguridad. Eso sí, con la del 2001, el año en que se construyó, y no la del 2006, que, entre otros asuntos, hubiera obligado a agrandar las vías de escape. La delegada madrileña de Urbanismo, Paz González aseguró que la ley obliga a que el recinto cumpliera la normativa del año de su edificación y no la actual.