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UNA SENSACIÓN "AGRIDULCE"

Voluntarios que limpiaron las playas temen que la catástrofe de Prestige se repita

Publicado por
Europa Press

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Voluntarios que colaboraron en la limpieza de las playas tras la catástrofe marítima del 'Prestige' temen que un siniestro similar pueda volver a repetirse y dicen tener una sensación "agridulce", ante sus dudas sobre la existencia de las medidas necesarias para evitar que algo semejante pueda suceder.

Así lo han manifestado, en declaraciones a Europa Press, algunas de las personas que participaron en la limpieza de la costa. Uno de ellos, Tito Soto, recuerda esa etapa como un momento "muy bonito" y subraya que "se hizo mucho trabajo".

Sin embargo, admite que no consiguieron "todo" lo que querían. "Estamos muy lejos de lo que sería necesario", añade en relación a la dotación de medios y planes de contingencia.

Por ello, afirma sentir una sensación "contradictoria" tras haber participado en la limpieza de las playas en la Costa da Morte y también dirigido una cuadrilla de Tragsa, la empresa de limpieza contratada por la Xunta.

Tito Soto destaca la amplia participación de voluntarios, pero también lamenta la actitud de una parte de la sociedad "que no era consciente de la gravedad", recalca. Así, insiste en que un siniestro similar "podría volver a pasar y ahora no habría esas ayudas", añade en relación a las compensaciones económicas que hubo entonces para el sector.

"Acto de rebeldía"

En los mismos términos, se manifiesta José Luis Castro Baleato, que coordinó a través de la Federación Ecoloxista Galega (FEG) la labor de la gente encargada, entre otras actuaciones, de la recogida de las aves afectadas.

"Todo lo que hizo el voluntariado fue mucho, pero lo más importante es el símbolo de que no había nada y hubo que echarse a las playas", señala. Por ello, califica la participación del voluntariado como un "acto de rebeldía".

"Aunque técnicamente había unos planes de contingencia, o estaban solo en el papel o nadie se atrevió a ejecutarlos", añade. Además, muestra sus dudas sobre la "capacidad" de respuesta en caso de otro siniestro similar. "Desconfío mucho", sentencia.

"Lección al mundo"

Por parte de la asociación ecologista Adega, Fins Iglesias, que hace diez años colaboró en la limpieza de las playas y coordinó el voluntariado en la zona de Barbanza, recuerda que la organización de la que forma parte asumió la coordinación de unos 40.000 voluntarios.

De ese movimiento, destaca que fue "muy espontáneo" y está convencido de que, sin él, el impacto de la catástrofe hubiese sido "mayor". "Estoy orgulloso de haber formado parte de esa marea social", recalca Fins Iglesias, para quien se dio "una lección al mundo"

Sin embargo, subraya el hecho de que en el Gobierno estén responsables políticos que gobernaban entonces. "Mi sensación y la de otros compañeros con los que me he vuelto a encontrar es que estamos los mismos contra los mismos", añade al recordar que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, era entonces el vicepresidente del Ejecutivo.

También advierte, como otros voluntarios, de las posibilidades de otro siniestro "que no tardará mucho", augura en referencia a las estadísticas que sitúan a los 12 o 14 años una catástrofe de este tipo y critica que no se hayan establecido "puertos de refugio".

"Rabia por el abandono"

Mientras, Nuria Blanco, una catalana hija de padre gallego y casada en la actualidad con un representante la Cofradía de Pescadores de Muxía (A Coruña), recuerda, que tras varios intentos, consiguió desplazarse a Galicia en una expedición organizada por el Ayuntamiento de Hospitalet (Barcelona) en marzo de 2003.

"Había mucha rabia por el abandono al que fueron sometidos", añade en referencia a los habitantes de la costa afectada y los medios para la limpieza.

Con todo, afirma que eso le sirvió para ser consciente de la importancia "de quiénes están al mando" y "de la necesidad de estar informados y ser críticos", asegura.

Pese a que sus circunstancias familiares han cambiado, asegura que volvería a colaborar como voluntaria. Asimismo, de todas las imágenes que vio entonces, recalca que recuerda todavía con nitidez como Muxía era "un santuario", en relación a los carteles alusivos a la catástrofe y los actos organizados entonces.