Gente de allá | Túnicas contra las revueltas
La jequesa huye de la ‘primavera’
Mozah de Catar se refugia en vestimentas tradicionales para evitar caer en desgracia como Rania de Jordania o Asma Asad tras las revueltas árabes.
Carismática, ambiciosa y con los pies en el suelo son los adjetivos que quienes conocen de cerca a la glamurosa jequesa Mozah Bint Naser, esposa del emir de Catar, emplean para describir a esta mujer, empeñada en que se la conozca por su trabajo en la educación y la sanidad.
A diferencia de otras esposas de dirigentes árabes, su imagen no se ha visto hasta ahora empañada por problemas en su país, un emirato del golfo Pérsico rico en petróleo y gas y sin apenas desempleo. La reina Rania de Jordania, esposa del monarca Abdalá II, o Asma al Asad, cónyuge del presidente sirio, se han visto obligadas a desaparecer de la vida oficial y a moderar su perfil público —en el caso de la siria hasta desaparecer— por las protestas y revueltas en sus propios estados.
A diferencia de sus viajes por el extranjero, cuando está en su país Bint Naser siempre viste el traje típico catarí, de negro riguroso y compuesto por una sheila , pañuelo o capucha con la que se cubre el cabello, y una abaya, un vestido largo hasta los pies.
De este austero atuendo destaca la belleza de su rostro, perfectamente maquillado y quién sabe si con algún pequeño retoque, y su seductora sonrisa. Lejos quedan las ropas coloridas y los turbantes con los que deslumbró el año pasado durante su visita a España, donde su figura eclipsó incluso a la del propio emir y ocupó las páginas de periódicos y revistas.
Pese a la pompa y reverencia que conllevan sus actos en Catar, esta madre de siete hijos —cinco varones y dos mujeres— se muestra natural en el tú a tú.
«Es una persona muy ambiciosa y tiene una personalidad apabullante, su estilo no es por llevar ropas elegantes, sino que le sale de adentro», dice entusiasmada la joven catarí Dalal al Naimi, responsable de comunicación de una importante institución del país, que ve regularmente a la jequesa.
Al Naimi explica que la segunda de las tres esposas del emir Hamad bin Jalifa al Zani es un ejemplo para las cataríes porque gracias a ella se ha cambiado la forma en que esta conservadora sociedad ve a las mujeres.
«Ella es el primer modelo para mí después de mi madre», asegura Al Naimi, quien explica que a comienzos de los años noventa apenas había mujeres en puestos importantes en los trabajos y que la jequesa ha hecho todo lo posible para cambiar esta situación. «Ahora se ve a más mujeres en puestos de responsabilidad», destaca.
Durante esta semana , la jequesa, de 53 años, se ha dejado ver en la Cumbre Mundial de Innovación para la Educación (WISE), celebrada en Doha, en la que ha estado muy implicada. Sus apariciones en público de los últimos días han estado rodeadas de expectación entre los numerosos participantes y periodistas internacionales y los propios cataríes, que hablan de ella arrobados.
Durante una reciente cena con expertos en educación y periodistas, Bint Naser abandonó el protocolo y se quedó departiendo y haciéndose fotos con los asistentes que se lo pidieron al final del acto, aunque se armó tal revuelo que no pudo responder a las solicitudes de todos.
«Cuando hablas con ella no se nota que es una jequesa, es muy cercana», señalan Lamis al Jayat y Buzaina al Kuari, dos jóvenes de treinta años que tuvieron la oportunidad de conocerla el año pasado en una cena del Consejo Supremo de Educación, organismo gubernamental para el que trabajan.
Para Buzaina, la jequesa Moza «es una dama para todo, es muy abierta de mente, moderna y tiene mucha clase». Y hace hincapié en la cercanía de Bint Naser, que dedica varios días especiales a recibir en su oficina a quienes lo solicitan -eso sí, tras un largo proceso burocrático-, y destacan también su empeño en atraer el mayor número de universidades extranjeras a este país.