Diario de León
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ANTONIO NÚÑEZ
León

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Cierto amigo mío, que antaño ocupó un altísimo cargo en la Junta y tuvo que dejarlo por dar subvenciones millonarias a empresas que él mismo asesoraba en su despacho particular de León, sostenía una teoría según él sin vuelta de hoja. «Mira, macho», me dijo un día tras pagar él la factura de la comida y dárnosla luego al fotógrafo y a mí para que se la pasáramos al periódico, «la diferencia entre un político de izquierdas y otro de derechas es que ellos aspiran a vivir de las rentas y, en cambio, nosotros de las rentas de las rentas por lo de la inflación». Ya habrán adivinado muchos quién era éste tipo tan sincero.

Viene esto a cuenta de que en Cataluña se suceden los escándalos después de las elecciones y dicen ahora que, si CiU se quedaba con el 4% de las contratas que adjudicaba, los socialistas ponían la gorra a los constructores por ciento veinte mil euros, eso de entrada, y el 3% al remate final de la obra. En las corruptelas catalanas el PP no aparece porque allí nunca rascó bola, pero en Valencia y Baleares atufa.

Después del paro y la crisis para los españoles la clase política aparece como la tercera preocupación en las encuestas. Oiga, con seis millones de parados como poco deberían disimular y no salir en las fotos a diario con un traje y una corbata distintos sin contar el corte de pelo a navaja. Observe que ninguno aparece con el atuendo de las rebajas del año pasado, salvo cuando van a los mítines y se descorbatan (los más radicales visten chupa de cuero). Me lo ha soplado un jefe de planta de El Corte Inglés, que viste igual que ellos y le jode que le insulten por la calle.

Pasadas las cuentas bancarias en Suiza de Artur Mas y Pujol, padre o hijo, y dadas a conocer por la policía nacional ha saltado el escándalo socialista de las «mordidas» en Sabadell y Montcada, éstas presentadas por los mossos de escuadra lo que huele a venganza del chinito. He aquí una interesante labor para los inspectores fiscales de Montoro, más que nada por saber si alguno pagaba el IVA o era economía sumergida a lo bestia. Servidor pertenece a la quinta de Roldán y Juan Guerra, así que está curado de espantos. La mayoría de los españoles igual, de modo que adelante, machos.

En Montcada los mossos han trincado a uno de aquí, Daniel Fernández, número dos del PSC y del que los periódicos dicen que es berciano. No señor, ancarés de Balouta, pueblo que se quemó casi por entero en los sesenta, o a lo mejor fue el vecino Candín, en un incendio que no dejó ni un pajar y que luego se reconstruyó con piedras de sillería cojonudas. Se ve que allí tienen mucha maña. A Fernández, diputado nacional y aforado, no se le acusa de cobrar nada bajo cuerda sino de tráfico de influencias sólo por recomendar a un amiguete para que lo colocara la alcaldesa montcadesa, o sea pecata minuta. Esto es rizar el rizo por parte de los mossos y de ahí que se dijera antes lo del chinito. Con ese tipo de imputaciones, señoría, habría que sacar de la cárcel a todos los chorizos para meter a los políticos y aún así no cabían todos.

Lo de las facturas rejuvenece a un servidor. Siendo interventor de la Diputación otro amigo ya fallecido, Carlos Echeto Alayeto, se le presentó un día el diputado honrado de la época, Domingo Marcos Domínguez, con una de comida en libreta de alambre cochambrosa que ponía doscientas pesetas o algo así. De eso hace un cuarto de siglo. «Mira, Domingo, no puedo pagártela si no le pones un cero detrás», le avisó Carlos. «¿Por qué, si he comido muy bien?», preguntó el segundo. «Es que si te pago a ti ésta a ver cómo firmo yo el conforme para las de los demás». Uno añora los buenos y viejos tiempos.

Respecto al charnego Daniel Fernández tres cuartos de lo mismo. Sería la primera vez que empapelaran a alguien por pedir una recomendación, gran deporte nacional, salvo que haya puesto el cazo por otras cosas. También de aquella el secretario del Palacio de los Guzmanes, de nombre Eugenio Vázquez y de apodo «piñón fiju» porque venía de Asturias y no se dejaba marear por los políticos, me hizo otra confidencia no exenta de coña, harto de que lo marearan hasta el Aranzadi: «Antonio, hemos convocado oposiciones para diez plazas y calculo yo que cuatro serán para el PSOE, que son los que mandan, tres para el PP (entonces AP), dos para mí, que por algo soy el secretario... y digo yo que la última habrá que dársela al que sacó el número uno». Me caía muy bien porque hablaba claro aunque luego se liara en las actas de los plenos como todos los leguleyos ratones de armario.

Qué me van a contar a mi ahora.

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