Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Tengo un buen trozo de peripecia profesional grapada a la historia del «colega matutino», el diario La Crónica , así que al ver un día y otro día y otro más que no salía el periódico a la calle ni llegaba a la barra dejando tuerto el primer café y coja la provechosa rutina de años, fue algo que me puso a punto de nieve la peor de las melancolías, esa que duele, que apena y especialme subleva.

Sus trabajadores y periodistas llevan meses sin cobrar... y también algunos años viendo diariamente amenazas de cierre en cada rumor propalado y «fidedigno»... o soportando en todo ese tiempo severos ajustes, recortes y muy cómicos modos de cobranza. Lo suyo es crónico. Aun así, fajaron y pecharon sin cejar en su ánimo voluntarioso y profesional trabajando hasta con la ilusión abollada... y Damocles encima.

Consígnese en primer lugar el ahogo y drama personal de toda esa plantilla cuyo pan les vienen merendando por las buenas, las malas y las peores. Unos meses sin cobrar significa hoy enviarte a pedir a la puerta de la parroquia. No hay derecho a que jueguen así con el talante y tolerancia que ha venido demostrando esa gente en tanto tiempo. Es indignidad pura y servida sin ningún tipo de pudor lo que les hacen.

Pero a la tragedia con nombres propios de colegas y amigos habría que sumar la calamidad de que León perdiera su segundo periódico. Sería malísima noticia. Que León tenga al menos dos diarios es histórico, complementario, saludable y estimulante para la realidad informativa de esta compleja tierra de Caínes con garganta profunda, de Zotes de páramo mental o de Villarrabines que sólo piensan en chingar la marrana.... y porque sería, en fin, una imperdonable y vergonzosa irresponsabilidad ese cierre que nadie desea ni celebraría, salvo la garduña que aguarda a la noche para saquear el corral... así que hago votos para que estas letras puedan convertirse en un saquito terrero para la barricada moral que ha de levantar la sociedad leonesa impidiendo que les pase la retroexcavadora por encima a quienes con su profesionalidad no sólo están defendiendo su pan y «su» periódico esforzado, sino enriqueciendo nuestro sagrado y constitucional derecho a la información.

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