Diario de León
Publicado por
pedro trapiello
León

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Tómeselo usted como quiera, muy señora mía, doña Caridad López Angélico, pero lo suyo en estas fechas acabó siendo pesadito, atacante... y sospechoso.

Por todo lugar fluyeron noticias o imágenes de actos solidarios, galas benéficas, campañas, donativos con nombre... en fin, caridades tiernas y con pregonero, esas caridades que son hijas suyas, «señá Caridá, qu’eh’usté una santa»... ¡y buenas son sus hijas!, ahí estuvieron arrimándose a las teles a sacar tajadita de casos tremendos... la tele hizo gran caja con lo más sensacional de la tragedia social que vive España... y nos partieron el corazón (es cierto) con enfermos o paralíticos sin asistencia sanitaria, gente marginada, tipos bajo un puente arrollados por la riada furiosa de las ruinas bancarias, familias enteras a la intemperie, niños tristes, muchos niños, vengan más niños, niñitos tullidos mejor, viejo truco de pedigüeño profesional de esquina con criaturita en un capazo.

Esta vez, se han multiplicado sus hijas, señá Caridá, en llevar risas, payasos o juguetes a las plantas infantiles de hospitales, cosa que los pobres críos agradecen, sin duda... o no, porque salió en el telediario un guajín de color ictericia sentado en su cama con tal cara de terror ante el tropel de reyes magos, cámaras y flashes que se le echó encima, que movía a compasión... era la cara flipada del que estaba aterrado viendo seres celestiales con mantos de colorines llegando allí para llevárselo definitivamente a los divinos candelorios... y es que a veces la caridad asusta, abochorna... o da risa... pero sobre todo, equivoca, porque los que roban derechos o siegan justicias se están acostumbrando a que la solidaridad popular (y la caridad publicitada a bombo) alivien el estropicio social que siembran ellos desde su despacho.

La caridad es un preciado bien social, pero nunca ha de olvidarse que la injusticia es su causa, señá Caridá.

Nos sobra hipocresía... por eso, Sócrates exigió a los Reyes sólo los tres principios del derecho romano: «vivir honestamente, no dañar al otro y dar a cada uno lo suyo»... y mamao en su rincón, como siempre, el Joserra berrando su copla rayada: «la vida es larga... la vida es dura... ¡tócame la vida!».

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