Diario de León

Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Malos tiempos para la lírica. Un matrimonio de jubilados se ha suicidado en Calviá (Mallorca) la víspera de San Valentín al comunicárseles que iban a ser desahuciados de su vivienda con la que habían avalado la hipoteca de una hija. Al parecer optaron por intoxicarse de todos los medicamentos que tenían a mano, fácil para un pensionista, sin que conste previamente si la autonomía les había cobrado el famoso euro por receta o recibieran la notificación de embargo en español o catalán. Descansen en paz las buenas personas.

Con la que está cayendo encabrona mucho la demagogia política sobre independentismos, corrupciones y fardeladas de billetes de quinientos euros en viajes de ida y vuelta a Andorra o Suiza. Y cabrea más que ningún banco suizo o andorrano haya embargado a nadie aquí. Botín sabrá por qué. O Evaristo del Canto, que ha dejado Caja España para el arrastre —la del bisonte loco, según Victoriano Crémer— con un desfase patrimonial de casi cincuenta mil millones de pesetas. Uno sigue contando en ellas y, como es de pueblo, a eso le llama pufo o estafa. Otros contabilidad creativa. Sólo falta conocer con cuanta carnaza se va a quedar el consejo de administración, compuesto amén del susodicho Evaristo, que estudió conmigo en los Maristas se ve que con más aprovechamiento que yo, también por políticos y sindicalistas de todos los colores. En esta moda de las transparencias, quietas las mozas, sería bueno que digan lo que cobran y las indemnizaciones. Dimitir esta semana, como han hecho los de UGT, no vale. Las ratas son siempre las primeras en abandonar el barco.

En este naufragio nacional el suicidio de los dos jubiletas mallorquines es la cresta de una ola a la que seguirán muchas más. De cuando servidor era joven recuerda haber escrito un reportajillo, años ochenta, sobre el «síndrome del parado», a saber problemas grastrointestinales, del sueño, alcoholismo y tendencia al suicidio para que por lo menos la familia cobrara algún seguro o la pensión. Los síntomas no me los desmentirá mi médico de cabecera, que se preocupa por mi tensión y yo por su plus de urgencias, a cada uno lo suyo.

Debe de ser muy duro encontrarse en la vejez con una mano delante y la otra detrás después de una larga vida de ahorro menudo y cotizaciones a la Seguridad Social. En la crisis actual, que cierto pijomandante de León llamó desaceleración económica, los viejos han sido el colchón del paro recogiendo en la casa familiar a hijos y nietos comiendo de sus flacas pensiones. Otros, como los de Calviá, lo dieron todo, qué le vamos a hacer. Usted conocerá más de un caso en el que el abuelo vendió las fincas del pueblo por cuatro perras para comprarles un piso a los vástagos en la capital. Luego lo metieron en una residencia, de la que ahora están siendo sacados a toda pastilla para devolverlo a casa de la nuera con sopicas y buen vino, pero sobre todo con la pensión.

Los embargos no son nada nuevo y ya fueron glosados en España por Gabriel y Galán en esa jerga que llaman lleunés, apúntalo Emilio Gancedo, «pasi usted, señor juez/y entresi pa dentru...», al que los poetas posteriores, todos subvencionados, despreciaban por ser demasiado de derechas. Precisamente de esa cuerda no era el Nobel gringo John Steinbeck, que en Las uvas de la ira retrató la gran depresión y el desahucio rural del medio oeste hacia la dorada California en dos años de sequía por culpa de los bancos. La sequía no, los créditos para la siembra. Al final sale una madre joven recién parida dando de mamar a un niño y a un anciano porque no había otra cosa. Cada vez que veo una embajada de León en Sevilla o en el quinto pino para promocionar la cecina se me revuelven las tripas. Y a los más de cuarenta mil parados cazurros, chata de la Diputación.

El italiano Indro Montanelli, que tampoco era sospechoso de izquierdismo, echaba pestes de la derecha de su época cuando iba por los pueblos a la caza del voto del cura Don Camilo y del alcalde comunista Peppone, ambos tan nobles como brutos, con promesas fantásticas y frases grandilocuentes estilo Rajoy o la democracia cristiana, que también andaba lenta y así acabó.

Y escribe que en su pueblo reeligieron a Peppone por un discursico electoral sin pamplinas ni vuelta de hoja: «Ciudadanos, cuando hace cinco años fui elegido alcalde yo tenía en el bolsillo un cigarro toscano y quinientas liras. Ahora tengo doscientas setenta liras y medio cigarro, Esta es mi historia y buenas tardes en este mitin, señores».

Quieto, Rubalcaba, que tú no fumas.

Aquí sólo dimite el Papa.

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