Diario de León

Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Cuando pasamos de la peseta al euro el entonces gobierno de Felipe González dio una amnistía fiscal para que aflorara la ingente cantidad de billetes verdes que la gente atesoraba debajo del colchón, de la teja o en el socorrido calcetín. Hoy día se llevan más los huecos de persiana. Sobre ese tema servidor hizo un reportajillo inolvidable a medias con el último director del Banco de España en León, antes de que chapara, un asturiano apellidado Gento como el predesor de Del Bosque. «¿Se cambian muchos kilos?», creí indagar sagazmente a lo que el interpelado respondió «toneladas y por eso tenemos cada dos días a la puerta un furgón blindado que trae el dinero nuevo y se lleva el viejo». Aquello requirió medidas policiales sin precedentes en la calleja aledaña al edificio por si las moscas.

Gento dijo y no paró, ya se sabe cómo son los asturianos, que cuando echan la lengua a pacer lo hacen a lo grande. Según el bancario le llegaban mazos de a mil pesetas raídos por la humedad, los ratones y olores que harían pasar por colonia los efluvios del sobaquillo. Como estaba de por medio la promesa de que Hacienda no se iba a enterar la gente acudió en masa al trueque y pidió al cambio billetes de quinientos euros, los cuales desaparecieron también de la circulación misteriosamente. Lo creo entre otras cosas porque no he visto ninguno, aunque sé que existen.

Al cabo de dos o tres meses Gento no hacía mas que pedir a Madrid fardeladas de a quinientos y para reponer por deterioro en circulación sólo de cinco o diez eurines. El periodismo de investicación lo completó un servidor en cierto estanco próximo a mi casa pagando la cajetilla con cincuenta euros y recibiendo invariablemente la vuelta de cinco en cinco eurines. Absténgase de indagar Montoro porque son tres estancos y todos están a un kilómetro. Uno, por lo menos, es honrado.

Pensándolo bien ahora los que ahucharon de quinientos en quinientos para devolverlos al calcetín eran los únicos ahorradores prudentes y con visión de futuro. El país está en la ruina, la casta política que la provocó se va de rositas en las Cajas y sólo en la de España-Duero queda un pufo de seis mil millones de euros, un billón de las desaparecidas pesetinas, se dice pronto. Mil toneladas al peso para entendernos Gento y yo.

Las pifias de deuda en las autonomías son también de transporte pesado, lo mismo que las de ayuntamientos de medio pelo para arriba, como el de León sin ir más lejos, no tienen ni para pagar la nómina eso sí con un sueldo para el alcalde Emilio Gutiérrez de seis mil euros al mes, otro que no ha dado un palo al agua en la empresa privada y que todo lo fía a la recaudación del IBI y las multas. A partir de diez mil habitantes se suelen malear, pero no es el caso de municipios enanos como el mío, Santovenia de la Valdoncina, al ladico mismo de la capital, cuya alcaldesa Mireya no sube los impuestos ni quiere saber nada de la grúa porque no nos conviene al vecindario. Para compensar se puso en el pleno un sueldo de mileurista.

A lo que íbamos, salvo honrosas excepciones —quieta parada, Isabel Carrasco— los políticos dejan el cargo por la jeta, incluído el de Caja España, abandonando el barco que se hunde cual ratas sin que nadie les pida cuentas luego. Los hay y las hay, compañeros y compañeras del paro, de todos los colores. Después del frustrado y multimillonario tranvía del exalcalde Paco Fernández, alias Raquetas, el bien pagao en la Caja, ha salido lo de la caperuza ecológicosolradiante de placas que no da calor en el Ayuntamiento de Villaquilambre —mi perro necesita también una boina de esas en la caseta, aunque no abrigue, vaya por la comisión— saldada a pelo de conejo, ha salido el Tribunal de Cuentas con que deberían depurarse responsabilidades, incluso penales en San Andrés del Rabanedo en la persona de la exalcaldesa socialista Maria Eugenia Gancedo y funcionarios de su cuerda que tal le bailaban. Hombre, si Zapatero no anda por ahí con gastroenteritis a lo bestia tal como dejó España, lo más que le pueden recetar a la Gancedo en el juzgado es un laxante. Tápense la nariz los de Trobajo de Arriba y tiren de la cadena.

Entre las ideas planas de Rajoy para fomentar el empleo juvenil destaca la de que todos los chavales se hagan autónomos y así ninguno podrá ponerse enfermo ni ir al paro. También emigran. Algunas iniciativas son, sin embargo, formidables e imparables como la de un chaval asturiano, a lo mejor pariente de Gento, que acaba de patentar un colchón con caja fuerte incluida.

Este se va a forrar.

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