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Francisco denuncia a las mafias por reducir a los hombres a la «esclavitud»

El Pontífice, mientras se dirige a sus fieles durante el Ángelus.

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D. Valera | (Colpisa) Madrid

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«Le haré una oferta que no podrá rechazar». La célebre frase pronunciada por Vito Corleone (interpretado magistralmente por Marlon Brando) se ha convertido en uno de los momentos más recordados de ‘ El Padrino

La película dirigida por Francis Ford Coppola muestra cómo la religión ocupa un lugar destacado entre los prebostes de la mafia. Quizás consciente de ello, el Papa decidió ayer dirigirse directamente al mundo del crimen organizado para condenar tanto sus fines como sus métodos y realizarles, utilizando su propia jerga, su oferta irrechazable: «No pueden continuar así. Debemos rezar al Señor para que estos mafiosos se conviertan a Dios».

Francisco lanzó un mensaje claro y firme de condena a las mafias y denunció sus prácticas para «explotar» a los hombres y reducirlos a la «esclavitud». Lo hizo ante los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro con motivo del Ángelus. A todos ellos les pidió que rezasen para que «conviertan el corazón» de estas personas. Pero no fue un discurso más del Pontífice. Formaba parte de un homenaje al sacerdote Giuseppe Puglisi, asesinado de un tiro en la nuca por la Cosa Nostra el 15 de septiembre de 1993, al tratar de evitar que los jóvenes de un barrio siciliano se acercasen a ese mundo de delincuencia. «Era una persona ejemplar que trataba de alejar a los jóvenes de la mafia. Trataron de vencerle asesinándole. Pero es él el que ha ganado con Cristo. Debemos hacer de su ejemplo un tesoro», aseguró Francisco. El padre Puglisi, más conocido como ‘Don Pino’, era un párroco del barrio Brancaccio de Palermo, en Sicilia. Un lugar donde todavía hoy resuenan historias similares a las narradas por Mario Puzo en sus novelas.

Como si fuera un personaje más sacado de las obras de Puzo, ‘Don Pino’ realizaba su misión con un lenguaje directo y cercano que le permitió gozar de gran popularidad, pero al mismo tiempo, se convirtió en un estorbo para la mafia. Dos capos, Filippo y Giuseppe Graviano, autores intelectuales del crimen, fueron condenados a cadena perpetua en 1999 y 2001, al igual que los autores materiales. La Iglesia reconoció a su mártir, beatificado el sábado.

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