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Publicado por
ANTONIO NÚÑEZ
León

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Los bomberos de León se personaron el martes en el Pleno municipal perfectamente uniformados de chupa y casco —la manguera la dejaron en la calle para evitar tentaciones— como protesta porque nadie les dice si tienen que salir a apagar fuegos fuera de los límites de la capital. O no, y en eso se nota la casta del concejal de Hacienda, primo de Rajoy. Resulta que ni el Ayuntamiento ni la Diputación ni la Junta quieren hacerse cargo de las salidas de los bomberos que, como todo, cuestan una pasta gansa. A ver si os enterais, machos, entre administraciones no se pisan la manguera.

Esto es ridículo y de esto no viene nada en la famosa auditoría de dos mil folios de Mariano para evitar duplicidades precisamente entre administraciones públicas. He aquí una competencia que está, incluso, por triplicar y que mientras tanto es una incompetencia. Los bomberos tienen orden de salir a la provincia sólo si el incendio es grave, cosa que deben decidir ellos mismos. Se supone que cuando les mande señales de humo el indio Gerónimo.

Ahora que ha empezado el verano el descontrol puede ser también glorioso en temporada de incendios forestales, que no va con los bomberos paisanos pero sí con la Diputación y la Junta. Se imagina uno un fuego bien cebado en el límite de las provincias de León, Zamora, Orense y Portugal, por ejemplo en la Sanabria, con competencias de tres diputaciones, la Junta, la Xunta gallega y el gobierno de Lisboa. Coño, qué lío burocrático. Apaga y vámonos.

Aunque no hace falta ir tan lejos. El año pasado las llamas arrasaron en la falda del Teleno un ingente pinar que cuando era joven servidor gustaba de recorrer en bicicleta, desde Nogarejas hasta Tabuyo del Monte, simpático y gentil pueblo donde, por cierto, no quedó ni una moza soltera desde que se ubicó allí la primera base de helicópteros rusos contra incendios, el piloto que menos con el grado de coronel. Quietas todas porque me lo sopló mi señora madre, montaraz como la que más, que era de Corporales, justo al otro lado de la ladera. La próxima vez que vaya por allí desde mi pueblo, que es La Bañeza, no pienso pasar de la Virgen del Castro, la más guapa de las que traen la lluvia , aunque ese día nos falló.

Como no vivo en León, sino en Villacedré, Ayuntamiento de Santovenia de la Valdoncina, estoy preocupado por si este verano tengo un cortocircuito en casa en vez de en las neuronas que suele ser lo más habitual, ambas cosas de mucho peligro. Para más inri también tengo de vecino, cien metros más o menos, a un bombero de León al que le pasa lo mismo que a mí y desconoce si tendrá permiso para apagar su casa, según y cómo. «Chaval», le dije ayer, «si a tu mujer se le recalienta la sartén no pasa nada, pero si yo me duermo fumando en la cama es otra cosa. De todas formas deja aparcado el camión bomba por aquí cerca, no vaya a pasarnos algo». Por cierto que el actual jefe del parque de bomberos, cuando recuperó el cargo lo primero que hizo fue pedir el coche oficial, antes cedido a la Policía Local para vigilancia camuflada de colegios problemáticos. Esto me lo dijjo un guripa de Armunia y yo lo confirmé suficientemente un poco más allá y más arriba. Absténgase el concejal Gavilales de tomar represalias contra mis amigos porque ya conocí a su abuelo de abogado de la Asociación de la Prensa, cuando Franco, y qué quieres que te cuente.

No pisemos la manguera a nadie, pero que alguien nos aclare si un bombero está para apagar fuegos o no. Casualmente el del antiguo Ayuntamiento de Ordoño caía justo en medio de su jurisdicción, pero las tomas de agua estaban tapadas por jardineras, que hacían bonito y los bomberos no tenían planos del edificio, manda cojones, que servidor conocía de pé a pá cuando hacía información municipal. Cómo pasa el tiempo y bajan los humos. Preguntado un bombero sobre cómo se guiaban de aquella se limitó a responder: «es fácil, vueltes siguiendo la manguera y sales agarrándote a ella porque el humo es muy cabrón y no puedes fiarte».

El cuerpo de bomberos deja un cuerpo bastante descansado. Trabajas veinticuatro horas un día, es un decir, y descansas tres hasta que tengas que plantarle cara a lo que te pillen y estar localizable en casa, lo cual no es moco de pavo para un funcionario. En su favor hay que decir que son los primeros en levantar el culo, cosa que tienen a mucha honra.

En fin, agua va.

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