Diario de León
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Cada día su afán José-Román Flecha Andrés

La fidelidad y la creatividad reflejan ese movimiento dinámico, siempre necesario y siempre cauteloso que resume la vida, el pensamiento y la actividad humana. Se podría decir que esa dinámica es profundamente antropológica y, seguramente por eso, se encuentra en toda experiencia religiosa.

La fidelidad a la idea inicial es un motivo de orgullo para las grandes empresas, que gustan de mencionar en lugares bien visibles el año de su fundación. Un largo período de tiempo en la misma producción es garantía de calidad. Sugiere, de hecho, la amplia aceptación que han alcanzado esos productos.

Esto es especialmente importante en el ámbito de los servicios. Una empresa de servicios, como por ejemplo, los seguros, es tanto más confiable cuando más larga sea su tradición en ese campo. Las innovaciones introducidas tienden sobre todo a optimizar los servicios. Cuando los clientes observan que tales modificaciones han sido introducidas en beneficio de la empresa se muestran insatisfechos.

La insatisfacción se convierte en abierto rechazo cuando acarrea desventajas para los empleados y para los usuarios. A este respecto es muy significativa una frase que se atribuye a Walter W. Wriston, banquero estadounidense, que fue presidente del Citicorp Bank: «A todo el mundo le gustan las innovaciones, hasta que les afectan; entonces son malas».

La creatividad atrae nuestra atención y nos seduce, mientras que la rutina nos aburre y adormece. Es verdad que seguir actuando como siempre hemos actuado, facilita el desarrollo de nuestros proyectos y ayuda a optimizar los recursos.

Una gran industria trata de establecer patrones standard para favorecer la producción y el rendimiento de sus instalaciones y de sus empleados. Sin embargo, de tiempo en tiempo, procura introducir algunas leves modificaciones en la presentación de sus productos. De todas formas, aunque pueda modificar levemente la forma de los contenedores, se mantiene fiel al nombre de los productos, así como al logo y a los colores con los que los presenta en el mercado. Se atribuye a Jacques Monod un pensamiento que es fácilmente constatable en la vida de cada día: «La novedad se hace por una disposición inédita de las cosas antiguas».

De hecho, la sociedad suele mostrar una cierta desconfianza ante las creaciones demasiado novedosas. A Richard J. Stegemeier ejecutivo del petróleo estadounidense se atribuye una observación que sin duda se puede constatar cada día: «Es importante recordar que las ideas nuevas son cosas frágiles: deben echar raíces en un clima de objetividad, estímulo y respeto. El criticismo temprano puede impedir su desarrollo».

Si estas observaciones se refieren a la vida diaria y al mundo empresarial, seguramente serán válidas también en el ámbito religioso. También ahí es preciso preguntarse qué significa mantenerse fieles a un mensaje fundamental y qué puede aportarnos la creatividad necesaria en cada momento.

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