Diario de León

EL ABANICO

El periodismo está de luto

Publicado por
ROSA VILLACASTÍN
León

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El cierre de la Radiotelevisión Valenciana, demuestra la impunidad de algunos políticos a la hora de tomar decisiones que afectan, como en este caso, a un colectivo de 1.700 personas, con sus problemas, sus angustias, sus frustraciones y necesidades.

El hecho de que el decisión se tomara sin intentar negociar ni tener en cuenta la opinión de los trabajadores solo puede deberse a la falta de sensibilidad de un presidente Alberto Fabra que huyó de toda autocrítica, echando la responsabilidad del fracaso económico sobre los hombros de los sindicatos, así como del actual equipo de dirección que por todos los medios ha intentado salvar de la quema a sus compañeros. Y en cambio no dijera una sola palabra de esos otros ejecutivos que fueron nombrados a dedo, con el único fin echar incienso y mirra sobre los logros de los Zaplana, Barberá y Camps de turno.

Dice el señor Fabra que prefiere cerrar la televisión y la radio autonómica antes que cerrar un colegio. Estoy de acuerdo con él, el problema es que al paso que vamos nada me extrañaría que cualquier día nos desayunásemos con la cesión a la empresa privada de los colegios y de los hospitales públicos valencianos. Pero aún hay más, es increíble que un presidente no sepa que la decisión de cerrar un ente público no la puede tomar unilateralmente, por más que eso sea lo que le pide el cuerpo.

Siendo verdad que el aumento del gasto en la mayoría de las televisiones autonómicas es desorbitado, y muy difícil de sostener en momentos de grave crisis económica, también lo es que en algunas como la de Aragón, o Castilla y León, se han encontrado formulas alternativas entre lo privado y lo público que las hacen rentables, y además con muy buenas audiencias.

Dicho esto, lo que no podemos obviar es la gravísima situación que atraviesan los medios de comunicación en España. Prueba de ello son los duros ajustes de plantillas que se están llevando a cabo en la mayoría de los medios. Pero una cosa muy diferente es poner en la calle a 1.700 trabajadores, sin que nadie se lo haya comunicado.

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