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Gente de aquí | Montrondo y sus nombres

De El Vao a los Montechos

Adriana García gana el II Concurso ‘Concha de Lama’ de Recogida de Toponimia gracias a la extraordinaria memoria de su abuelo Benigno.

Arriba, Benigno García, y debajo, su nieta Adriana, autora del trabajo ‘Toponimia de Montrondo’.

Publicado por
e. gancedo | león
León

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Los nombres del país son sugerentes y extraordinarios, muy sonoros, llenos de ecos históricos y de mil trasiegos de siega y majada. Y los hay para todos los gustos: Molín Bajero, el Arroyo de la Forcada, las tierras de la Bajera El Vao, la Reguera Lluengo, los Montechos, el Pozo Llao, las Cueiras, La Vidulina, los Llombiellos, los Eiros de Tulusuerto, el Prao Llombo, el Llampazo del Forno, el Touzal... ese Cáscaro Pelao en el que los vecinos se proveían de leña para el invierno o el mítico monte Tambarón en cuyas faldas nace el río Omaña. Todas estas guapas denominaciones pertenecen a rincones (praos, tierras, eiros, cuetos, biescas...) del pueblo omañés de Montrondo y ha sido así, recopilándolos y ordenándolos, como la joven Adriana García acaba de ganar el II Premio de Recogida de Toponimia Concha de Lama que convoca el Club Cultural Xeitu.

Una labor en el que esta licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de León en 2009 contó con la inestimable colaboración de su abuelo Benigno, uno de los vecinos más conocidos de la comarca, quien fuera ganadero, cazador..., ‘maestro temporero’ que enseñaba letras y cuentas en las aldeas del Occidente asturiano —buena mano debía tener en esas artes, pues uno de sus alumnos llegó a obispo de Ciudad Rodrigo— y, en fin, hombre de prodigiosa memoria que conoce el nombre de cada miro y cada llamargo . Él fue su principal informador. «Estuve varios meses preparando el trabajo —cuenta su nieta— y es curioso cómo mi abuelo no olvida ninguna denominación. Eso sí, fue complicado situarlas en el mapa, porque él miraba por la ventana y decía: «‘Allí está, ¿no lo ves?’». Y así, al ir reuniendo toda la toponimia de su pueblo, Adriana se dio cuenta de que muchos nombre eran desconocidos para ella, a pesar de ser también del ‘pueblo cimero de Omaña’. Y por eso alaba la labor del Club Cultural Xeitu convocando este concurso —dotado con 300 euros y la publicación del trabajo en forma de libro— en el área de la Montaña Occidental. «Es un legado cultural que no se debería perder, pero en muchos lugares corre gran riesgo porque la gente que los sabe va desapareciendo y la mayoría de jóvenes no los conocen todos, y tampoco su significado». Por eso mantiene que tales concursos deberían hacerse extensivos «a toda la provincia».

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