EL PAISANAJE
Fue él
Lo echaba de menos. Iba cavilando yo cómo llenar este articulillo cuando se me apareció Zapatero, que siempre fue una mina, con su libro El dilema. Servidor comprende que él fuera incapaz de aprender economía en dos tardes, como le animó ante un micrófono indiscreto su amigo canario Jordi Sevilla, pero ignoraba que supiera escribir. Personalmente lo hubiera titulado «Es fácil arruinar un país sabiendo cómo». De nada.
Entre las virtudes del expresidente paisano admiro sobretodo una: que miente con toda sinceridad, igual que Rubalcaba, su calvo maestro. Y tampoco es ningún secreto que lo envidio porque lo tiene todo para una vejez feliz, a saber, dinero suficiente, buena salud y mala memoria. Yo no, pero a mucha honra.
Hay gente con un sentido de la moral muy rígido, otros son inmorales a secas y él es simplemente amoral. En mi pueblo decimos que se la suda. Venir a estas alturas justificándose con que no vio la crisis y patatín y patatán es de necios o, como diría Rajoy, de bobos solemnes. Que no se me olvide comprar en la farmacia un suplemento de fósforo porque o me falla la memoria o no tiene nada que ver con las suyas, aunque el mancebo de botica dice que no y que la mía es prodigiosa. A ciertas edades se deprime uno por incomprendido, si bien los pocos amigos que me quedan juran que no y me animan a que siga así.
Allá voy. España era un circo diario con Zapatero y sus sanjuanadas de paridad de sexos, leyes de memorias prehistóricas de la incivil guerra civil y una orgía de dinero a manos llenas para todas las autonomías, que ahora no le llega al catalán Artur Mas para sus giras independentistas por el mundo mundial. De esto último lo que no acaba de entender Mariano es que en Cataluña todo quisque paga a escote. Pues eso, macho.
En cuanto a todo lo demás, ahí está la derogación de la «doctrina Parod» para etarras, la legalización de sus compadres batasunos y el país como un erial cuarteado, que tardará una generación en recuperarse de cinco millones y pico de parados. Hasta el exministro Solbes, que lo consiguió por segunda vez, la primera fue con Felipe González, quiere huir de la quema de tanto fósforo alegando que le pasó a Zapatero no sé qué papeles para atajar a tiempo la galopante crisis. Hombre, yo no lo vi, pero si un debate suyo con el expresidente de Endesa, Pizarro, en el que lo negaba todo. A ver en que quedamos. Oiga, ponga la moviola como en el fútbol por si nos jodieron de penalti en las siguientes elecciones, con perdón.
La etapa de Zapatero es para olvidar, incluida la foto de las hijas del kukusklan con la familia del gringo negro Barack Obama, que luego resultaron ser góticas. Así le va también a la Catedral. Y la ley antitabaco de la pepona Leire Pajín. Dejó dicho José Luis que cuando se retirara de la política, único oficio que conoce, iba a contar nubes desde su chalet de León, el cual, por cierto, está igualmente de saldo. Lo mismico que el PSOE, cuyas ruinas van para enterrar, y de ahí el nerviosismo de tanto paniaguado del partido. Otros que se ven en el paro.
Salía uno antes al extranjero y al notar que eras de León te felicitaban con un hombre, «el pueblo de Zapatero». Hoy ya no es lo mismo y vale mas añadir un «sí, pero no lo conozco». Se nos nota demasiado especialmente en Alemania. Esto es lo que queda de la herencia de Zapatero y no hay mas gaitas sobre la crisis que entre ceja y ceja no vio. Fue un bluf de la política perfectamente diseñado por marketing publicitario y se movía como una marioneta china. Mal asunto cuando él tomaba los palillos y tenía una ocurrencia propia. De esas hubo muchas y más valdría correr un tupido velo en vez de empeñarse en explicar lo que nunca entendió y menos en un libro que queda escrito para la posteridad. Pienso comprarlo, aunque a leerlo todo no sé si llegaré. La paciencia para bobadas no es mi fuerte, aunque algunos amigos de izquierdas lo aguantan todo porque les va la vida en ello. Como con El Quijote, que peñazo, los hay que no conseguimos leer El Capital de don Carlos Marx, otro que no se lo sabe nadie.
Volviendo a las jubilaciones felices, servidor es más bien partidario de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, que se conformaba de mayor con «beber bon vino e folgar en coño estrecho».
En lo primero estoy de acuerdo, pero de lo segundo ya ni me acuerdo.
Conste que de esto último no tiene la culpa Zapatero.