Diario de León
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León

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Liturgia dominical

JUAN CARLOS FERNÁNDEZ MENES

La liturgia de este domingo, con la Virgen María y San José al fondo, nos muestra que Dios ama tanto al hombre, que, al enviar a su Hijo, se mete de lleno en nuestra historia. Con esa alianza ya no podrán entenderse el uno sin el otro. Dios es divinidad, pero también humanidad. El hombre está llamado a ser más que humanidad, es también divinidad. En Cristo hombre esto es realidad; en nosotros es vocación y esperanza.

María nos muestra que Dios se acerca para levantarnos; no nos exige el sacrificio de nuestros valores o nuestros hijos, sino que nos regala a su propio Hijo. No nos quita libertad, sino que nos hace realmente libres. Dios y el hombre no se restan, sino que se suman y complementan, al menos desde la vertiente humana. Dios hace crecer al hombre hasta el infinito. Cuanto más nos llenamos de lo divino, más humanos nos hacemos. ¡Qué ridículos aquellos poderosos que temían que Jesús viniera a quitarles sus tronos! No venía a quitar nada, sino a dárselo todo. Venía, si acaso, a quitar lo que esclaviza. Así creer en Dios es también creer en el hombre. Dios abraza al hombre en su raíz personal -» hipostáticamente »-, y por eso se puede llegar a esperar todo del hombre. Éste podrá tener muchas llagas, pero Dios ya las ha besado y todas pueden curarse. Dios ha redimido al hombre y al final todo será gracia; ha puesto un germen de vida eterna en él y con su presencia le ha dotado de más dignidad, capacidad y posibilidades. El hombre puede llegar a ser «dios»; su historia será sagrada; él puede hacer posible la venida del Reino de Dios.

José fue un hombre bueno. Se fió de Dios al aceptar a María, y no repudiarla, a ella que esperaba un hijo del Espíritu Santo. Como descendiente de David, José, el carpintero de Nazaret, enlaza a Jesús con la descendencia de patriarcas y reyes, como indica la genealogía que nos transmite San Mateo. Aceptar hacer de esposo y de padre cierra el ciclo de fidelidades humanas -con Jesús y María- sobre las que se encarna la iniciativa salvadora y amorosa de Dios. El Don Gratuito de Dios, previo y total, pide el mínimo gesto de la fidelidad humana; ésta será ya el primer fruto del Don. Por eso, José será modelo de fe para todo creyente; fe que acepta los planes de Dios sobre nosotros; fe que es respuesta a Dios que nos llama a vivir como amigos fieles que gozan de su gracia y de su favor; fe que es compromiso que impregna toda la vida y abarca toda la existencia; fe que lleva a fiarse plenamente de Dios que siempre cumple sus promesas y nos salva integralmente en Cristo.

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