CORNADA DE LOBO
Infantazgo
Tenemos ya algún hartazgo de infantas y a eso Sócrates Valdueza lo llama infantazgo ... crónico.
Y sólo ha empezado... que se preparen.
Como monigote en la caseta nacional del pimpampún doña Cristina no tiene precio ni rival y desde los cuatro puntos cardinales de la opinión o de la barra le llueven pelotazos de goma maciza a su real efigie aupada ayer a toda peana... ¡por dos perronas, tres tiradas! y leña a la mona hasta que aprenda el catecismo tributario... o esa honestidad a la que le obliga el rango.
Gusta el español de aupar reyes, caudillos o alcaldones, cosa que suele hacer con fervor ruidoso y exagerado, pero es solamente por ganarse el derecho de abatirlos después con gran placer y no menos estrépito... llevamos en este deporte unas cuantas ligas desde Viriato... y a la Corona le tocan ahora pitos, collejas o cantazos, pues le pasa en España lo que a la Iglesia, tras la que fue siempre el pueblo con velas o con estacas... pues lo mismo tras los reyes, con vítores o con guillotina... y el verbo de la calle cabreada tiene hoy tal filo, que a la hora del café no hacemos más cosa que tronzar pescuezos (el cuello blanco de la infanta no es menos tentador que el de María Antonieta).
El caso es que mucha gente que hoy se apunta a lapidar simpatizó rendidamente con la monarquía estos treinta años, aunque el amigo de camisa vieja y chaqueta nueva se justificara: ¡monárquico no, soy juancarlista! ... gente que en estas décadas tragó a gusto las bondades y propagandas instruídas desde partidos y medios para instalar a la Corona en una amplia simpatía popular y en la nube del couché (Carrillo ayudó lo suyo)... y así se dijo que Juan Carlos era de Bobón , pero muy salao, que la reina es una gran profesional, aunque con español de trapo y exigiendo en la mesa de palacio hablar sólo inglés, que el príncipe es listo y rebelde por elegir princesa del pueblo... o que los españoles necesitamos un rey por encima de la gresca nacional para salvarnos de la vieja y jodida inclinación a partirnos la crisma... y como hoy queremos partírnosla de nuevo, lógico que los primeros cantazos vayan contra el rey y su curiosa familia... sobra en nuestra nueva guerra... ¡y en la suya!